El procurador de la Corte de Mendoza, Alejandro Gullé, aseguró que los micros que cruzan de Argentina hacia Chile y viceversa corren “carreras” entre sí para evitar tener que esperar hasta cuatro horas en los controles fronterizos. Una tragedia que desnuda un cóctel entre falencias del sistema e irresponsabilidades individuales.

En el momento del terrible accidente en una ruta de Mendoza que dejó un saldo de 19 muertos y 22 heridos, el velocímetro del ómnibus de la empresa TurBus marcaba 100 km/h en una zona donde la máxima permitida era de 40 km/h. El conductor, Francisco Javier Sanhueza, había sido advertido por el exceso de velocidad tanto por los pasajeros como por su acompañante, Pedro Vargas. Pero la tragedia fue inevitable.

Aún así, el chofer parecería haber repetido un modus operandi bastante utilizado en los viajes efectuados por la misma empresa. De hecho, videos posteriores tomados por viajeros chilenos en medio de las rutas confirmarían los excesos de velocidad repetidos por los móviles de la compañía.

Así y todo, ¿qué llevó a Sanhueza a cometer tal exceso de velocidad? ¿Por qué los micros de larga distancia que unen Argentina y Chile suelen ir tan rápido en las rutas? El motivo es terrible, indignante y desnuda hasta falencias burocráticas en los mecanismos de traslado a través de la frontera.

Alejandro Gullé es el Procurador General de la Corte de la provincia de Mendoza. Tomó nota de la mayoría de los testimonios de los testigos del accidente y trazó una realidad aterradora sobre los viajes en micro entre Argentina y Chile: “Como todos los ómnibus que parten hacia Chile lo hacen de noche, inician sus viajes a muy corta distancia temporal uno del otro. Entonces, la cuestión es no esperar arriba el trámite en el control de Migraciones y Aduana”, relató en declaraciones a Radio Mitre Mendoza.

Y continuó: “Si llegan primero, pasan rápido, no hay problema. Pero si llegan detrás de otro ómnibus, tienen que esperar a veces hasta cuatro horas. Entonces, van jugando carreras para ver quién llega primero allá, pasándose uno al otro. Lo cual es terrible, terrorífico”, describió.

De este modo, Gullé desnudó, por un lado, las falencias graves que existen en los mecanismos en los puntos de control de Los Horcones y el paso internacional Los Libertadores y, por otro, la negligencia absoluta de los choferes de los vehículos.

“Esto es parte de la irresponsabilidad del conductor, que quiere llegar primero para no demorar arriba”, dijo Gullé. Y completó: “Yo me pregunto cómo es posible que se demoren cuatro horas en los límites. Y en segundo lugar, habría que ponerle un límite distinto a los conductores. No puede ser que vayan volviéndose locos para llegar rápido. Las autoridades competentes tendrían que pensar en un sistema que evite estas cosas”.

A su vez, el Procurador de la Corte mendocina volvió a asegurar que el exceso de velocidad fue un problema que alertó tanto a los más de cuarenta pasajeros como al acompañante, Pedro Vargas.

“El propio acompañante, que estaba durmiendo en uno de los asientos de atrás, se levantó para decirle a su compañero que bajara la velocidad. El problema ya venía de hacía un rato, el ómnibus había derrapado dos veces”, dijo Gullé.

Fuente: Infobae

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