Es sabido que el flagelo de la droga es la mayor preocupación de las autoridades provinciales debido al espectacular crecimiento que tuvo tanto la venta como en consumo en Tucumán, al punto de que hoy hay bandas peleando a muerte por los “territorios de venta”.
Y mientras desde el Gobierno se intenta contrarrestar la embestida del narcotráfico, surgen voces de funcionarios y jueces que nada bien le hace a la lucha contra el flagelo. Es que primero el juez Federal Pablo Camuña minimizó la declaración de su par de Santiago del Estero, Pedro Simón, quien asegurará que Tucumán se convirtió en un centro de acopio, procesamiento y distribución de cocaína de todo el Noroeste Argentino y de otras provincias; y hace pocas horas, temiendo ser catalogados tal vez como ciudad insegura, los concejales de Aguilares también salieron a decir que en esa ciudad sureña el problema de la droga no es tan grave como se intenta mostrar por los medios periodísticos. “No estamos en un campo de batalla del narcotráfico”, indicaron en un medio gráfico
Pero esos ediles, que minimizan el accionar de las bandas narcos, no saben que primero empiezan con la venta al menudeo y al poco tiempo arman grandes “cocinas” que operan bajo la extorsión, la coima y la violencia.
La policía sostiene que las peleas de bandas son por lo general la pelea del territorio para incrementar su negocio. Pero el fiscal Federal Camuña sostiene que Tucumán está lejos de ser el conurbano bonaerense o Rosario, pero todos hablan de los “clanes”: Los Araña; Los Toro: Los Díaz, Los Garras: Los 30, y Los de Rogelio: entre otros, como Los Bazán. Estas bandas, en los últimos años, perfeccionaron su sistema de tráfico de pasta base, “paco”, cocaína y “alita de mosca” y en menor medida, marihuana. En tanto, en Aguilares, la lucha por ahora se resumen Los Pibes de la Villa (barrios Villa Nueva) y Los Coriofos ) del Barrio Independencia.
Para los ediles de Aguilares allí la prensa no es por droga sino por una rivalidad barrial que viene desde hace varios años y también minimizaron el “rumor narco” por la presencia de gente oriunda de Colombia y de Rosario, dos lugares donde el narcotráfico es muy fuerte.
“La policía está realizando un trabajo investigativo al respecto. Aquí hay gente de distintas ciudades de la Argentina y de otros países. Y sabemos sobre la que despliega trabajos honestos. Por eso hay que evitar etiquetar a la gente por una cuestión de procedencia”, indicó el concejal Francisco Martínez.
Sin embargo, ya en Salta, en la ciudad de Orán, la policía antinarcóticos vigilaba a colombianos que venden muebles y que se asentaron en dicha ciudad hacía un par de años. En Salta, la Justicia tiene en la mira a parte de los 3.000 ciudadanos colombianos radicados en la frontera del norte argentino puesto que se cree, usan de pantalla la fabricación de muebles para movilizar fondos de actividades ilícitas
Desde hace más de tres años en Orán, como en Pichanal, Yrigoyen, Tartagal y Salvador Mazza, es común ver a ciudadanos colombianos que recorren las calles con carros cargados de muebles para vender. Ellos dicen que es su modo de ganarse la vida. Funcionarios judiciales y policiales desconfían y sospechan que ocultan otras actividades, como lavado de dinero. Fuentes judiciales informaron que, según datos de fuerzas de seguridad federales, en las provincias del noroeste argentino hay radicados más de 3000 colombianos.
Según fuentes judiciales y policiales, la venta de muebles por las calles sería una pantalla de ciudadanos colombianos para su principal actividad: ganar dinero con préstamos de efectivo a gente humilde.
Muchos de los ciudadanos colombianos entran en Salta por el paso internacional Aguas Blancas-Bermejo, en la frontera con Bolivia, con documentación en regla. “Pero también hay gente que ingresa en el país por pasos no habilitados”, explicó una fuente de la Dirección Nacional de Migraciones.

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