José Cano ya tiene fecha para dejar su cargo nacional y volver en 2017 a ser candidato a diputado nacional. Sabe que en esa función pierde protagonismo y quiere volver a ser el “partenaire” de Alperovich, con quien planea perder de nuevo la Gobernación. Su objetivo es terminar su carrera como senador y jubilarse en esa función.

Golpeado por la desastroza campaña al Alto Perú (actual Bolivia), Manuel Belgrano inicia una penosa retirada junto al pueblo de Jujuy hacia Tucumán, en lo que se dio en llamar “Éxodo Jujeño”. Aquí la historia cambiaría, pero no es ese el paralelismo que queremos trazar con respecto a la actualidad política provincial. Justamente, el actual titular del Plan Belgrano, José Cano, hará en marzo de 2017 una retirada cuando abandone su cargo para encabezar la lista en las elecciones legislativas del año próximo. Sin embargo, lejos de los desinteresados deseos de Belgrano, el referente político del radicalismo tucumano, lo único que desea es no perder el protagonismo para revitalizar un viejo pacto con el ex gobernador José Alperovich. Esa alianza había surgido allá por 2009, cuando el entonces díscolo vicegobernador Fernando Juri, decidió plantar batalla para disputarle la conducción al “alperovichismo”. El escenario eran las elecciones legislativas. El acuerdo Alperovich-Cano, le permitió al primero mantener el liderazgo y al segundo, asomar como potencial candidato a la Gobernación, además de alzarse con una banca en el Congreso de la Nación como senador.
Pero nada es gratis en este mundo y en 2011, tuvo que hacer de “partenaire” de Alperovich, al enfrentarlo en las elecciones provinciales. Tantas ganas de derrotarlo tenía que un mes antes de los comicios se fue de pesca. Y por consiguiente, la aceitada maquinaria electoral alperovichista le ganó con demasiada comodidad y casi sin despeinarse. El pacto seguía vivo y el mandatario provincial, con pasado radical, le debía una mano que se la devolvió en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) de 2013, en donde le derivó un caudal importante de votos, que le permitió a Cano derrotar a sus adversarios internos y seguir manteniendo el protagonismo para obtener la banca a diputado nacional.
Ya en 2015, manteniendo ese liderazgo que le había generado las “buenas migas con José”, se posicionó para encabezar la fórmula a Gobernador, en compañía con el alperovichista disidente, Domingo Amaya, quien había “orejeado” hasta el último la posibilidad de que Alperovich lo bendijera. Ello nunca ocurrió. El mandatario, sin posibilidad de reelegirse, le pasó la posta a la fórmula Juan ManzurOsvaldo Jaldo.
Las denuncias de fraude electoral que siguieron a los comicios electorales, formaron parte de una devolución de gentilezas de Alperovich, que tenía como objetivo no poner en peligro el triunfo del Frente para la Victoria (FpV), sino hacerlo de manera complicada, para que la nueva gestión sea débil con respecto a los doce años de liderazgo del actual senador.
De esta estrategia también Cano sacó provecho, porque obtuvo el premio consuelo del Plan Belgrano, que no era lo que en realidad quería. Apetecía el cargo de ministro de Salud, pero los “lobbies” pudieron más y el presidente Mauricio Macri, tuvo que ceder a los pedidos de grandes grupos de poder.
Cano asumió la conducción de esa nueva estructura con rango ministerial, sin tener oficinas ni empleados. Los anuncios, con bombos y platillos, de inversiones millonarias para la realización de obras de infraestructura, hicieron que diera varios pasos en falso. Muchos de los anticipos que se animó a anunciar, cayeron en saco roto y generaron enojo en las provincias que iban a ser beneficiadas. En Salta, por ejemplo, lo trataron de “vende humo”.
Sin embargo, su salida está prevista para marzo de 2017. Con él, seguramente se retirarán las huestes de más de una cincuentena de funcionarios designados. Pero a él eso no le importa. No es como Belgrano, que retrocede afligido por el dolor de todo un pueblo y hostigado por los realistas. Cano sólo está concentrado en revitalizar el pacto con Alperovich. Aquel en el que se puede mostrar un empate o una derrota en las próximas elecciones legislativas como la necesidad de la vuelta del mandatario que gobernó 12 años consecutivos la provincia, en desmedro de Manzur y Jaldo. Eso le dará la posibilidad a Cano de ser de nuevo el “partenaire” de un Alperovich, que pretende que se lo extrañe y que hace lo posible para que eso se plasme en el ideario de los tucumanos y, en especial de los peronistas. De ese modo, el referente radical volvería al Congreso de la Nación, sería el candidato a Gobernador en 2019, aunque pierda con el alperovichismo y en el 2021 saltaría a la Cámara Alta, en donde se podría jubilar tranquilamente, sin perder protagonismo y asegurándo su bienestar. Sería como en la novela “El evangelio según Jesucristo”, de José Saramago, en donde Dios y Lucifer acuerdan el sacrificio de Jesús. En este caso, más allá de quien represente los roles, el sacrificado será el pueblo.

Alperovich aparecerá como el “salvador”

El escenario político que se plantea en este pacto de hecho, tiene a José Alperovich como el protagonista de un retorno que parece concretarse, según se van moviendo las fichas.
La situación de la actual gestión de Gobierno es por demás debilitada debido a su inicio en medio de un clima de denuncias de fraude. Juan Manzur y Osvaldo Jaldo no las tienen todas consigo y, además, tendrán que aceptar la injerencia del actual senador Alperovich, quien planea formar una lista para la derrota. La pregunta es quién será el Zannini de Scioli, que le pondrá el ex mandatario, como una especie de ancla, para que la lista no pueda tener una buena performance.
Del otro lado estará José Cano, siendo el estandarte de la oposición y manteniendo el protagonismo. En esas maniobras entra a jugar la desconfianza propia de los peronistas que están en ese espacio, quienes tienen como referente a Germán Alfaro y que, por las dudas, ya armaron su propio partido. Quizá le desconfían a la “tos del gato”, pero también al acuerdo Alperovich-Cano.

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