El popular actor tenía 84 años: había sufrido cinco ACV. Debido a su delicado estado de salud, su mujer, Nora Cárpena, había planteado el tema de la eutanasia en televisión.

Su popularidad quedó allá lejos, muy lejana, anclada en los 60 o 70. Cuando la TV o las entonces vigentes “fotonovelas” lo instalaron en la categoría de los galanes de época, de la que se marchó muy pronto. No así de la actuación, que mantuvo hasta fines de los 80 cuando asomó su otra veta, la de productor, en la que también fue un triunfador hasta que el cuerpo le dijo basta.

Como actor, productor, director o maestro ─tuvo su propia escuela de formación de artistas─ Guillermo Bredeston fue una figura relevante del espectáculo en la Argentina. Y formó con Nora Cárpena la que se vio primero como una “dupla mediática”, pero que se consolidó como un romance indestructible hasta sus últimos días.

El ACV que Bredeston sufrió en abril de 2011 significó una despedida prematura, sólo quedaba el sufrimiento posterior. Hasta el final, que se produjo esta tarde y fue confirmado por Carlos Rottemberg través de la cuenta de Twitter Multiteatro Comafi.

No se olvidarían allí los momentos tan gratos, esos que disfrutaron miles de espectadores en el teatro y millones de televidentes, principalmente en la comedia. Y algunos toques de escándalo, infaltables en las figuras populares, pero que igual rara vez irían asociados al nombre de Bredeston.

Su pasión por la actuación venía de su infancia, de su tierra entrerriana. Nacido el 24 de agosto de 1934 en Concepción del Uruguay, era hijo de un empleado de correos que también dirigía teatro como hobby. Bredeston contó que siendo él mismo muy chico formó su grupo de títeres y, junto a su hermano y algunos vecinos, y montaron un circo en el fondo de su casa.

Recordaba su debut teatral en “1810, en mi ciudad, era una obra del uruguayo Osiris Rodríguez Castillo, quien vino a dirigirla. Y también me dirigió mi padre en ‘La ley oculta’ y ‘Justicia de antaño’, de Martín Coronado. Ensayábamos mucho tiempo, era una de las cosas más lindas cuando mi padre formaba un elenco. Pero se trataba de una actividad vocacional, no comercial, ni mucho menos”.

El primer contacto con el espectáculo de Buenos Aires se dio a fines de los 40, cuando Oscar Ponferrada y un grupo de actores llegaron a Entre Ríos. “Algunos me propusieron ingresar al seminario de Arte Dramático, en el Cervantes. Y allí fui, con todos mis sueños, aunque en principio parecía una locura”.

Bredeston comenzó a estudiar teatro ─también cursó tres años en Derecho─ y definió su vocación luego de pasar por el Servicio Militar. También definió a sus años de estudio en el Cervantes como “los más felices de mi vida”. Consiguió un puesto como maquillador de las figuras de Canal 7 (Raúl Rossi, Diana Maggi, Mabel Landó) pero en 1958 ya hacía teatro con Luisa Vehil, nada menos que en Electra.

Nora Cárpena y Guillermo Bredeston.

Nora Cárpena y Guillermo Bredeston.

Podía imaginarse en los roles dramáticos, pero finalmente se encaminó a la comedia. El mismo admitía limitaciones: “Llegué a manejar bien el oficio, pero nunca me consideré un actor de talento. Fui un actor con limitaciones, pero con el don de la simpatía, adiviné como llegar al público, las señoras me veían como su hijo y las chicas, como su novio. Empecé mi carrera apuntando para el lado dramático e intelectual. Pero un día, después de leer una crítica sobre mí en una obra de Albee, me di cuenta que el dramatismo no era para mí”.

Fue “galán” de las grandes figuras de los 60 y 70 (Elsa Daniel, Gilda Lousek, una jovencísima Soledad Silveira). Y, por supuesto, Nora Cárpena, quien se convertiría en su esposa. Tuvo un breve paso por España, dirigido por Margarita Xirgu en “La dama boba”. Pero Migré lo llamó para “Palmolive en el aire” y así regresó definitivamente a la TV argentina donde, uno de sus más recordados ciclos, fueron las comedias junto a Beatriz Taibo por Canal 9.

Fue también en esos estudios donde vivió uno de los momentos más extraños: una noche en que se grababa “Derecho a réplica”, el célebre ciclo que conducía Blackie, la lengua filosa de Lucho Avilés ─entrevistado allí─ apuntó sobre Bredeston: “Ese señor tiene la costumbre de ver enemigos donde no los hay”. La respuesta de Bredeston ─quien se encontraba en el canal grabando “Mi dulce enamorada”─ fue un preciso puñetazo en el rostro. Escándalo.

Con el tiempo, el actor le daría paso al productor. “Estaba fatigado, me dije ‘no quiero subir más a un escenario’. Recuerdo que fue después de hacer Soufflé, en Mar del Plata”. Y amplió: “Sufrí una crisis de vocación. Mientras tuve inquietudes y ganas de hacer cosas nuevas, sin que me parecieran rutina o me pesaran, seguí. Pero en los últimos años, nada me motivaba para seguir actuando”.

Y a principios de los 80 era uno de los productores más intensos del país: mientras mantenía su ciclo en TV con su esposa, inauguraba el teatro del Hermitage y montaba obras en el Lido, ambos en Mar del Plata, también conducía el Yolanda en Villa Carlos Paz y el Tabarís con Rottenberg. Sus elencos incluían a Sapag, Susana Giménez, Brandoni, Pepe Soriano, Emilio Disi, Arturo Puig. Y un joven llamado Ricardo Darín. “Soy un pionero en las temporadas de Mar del Plata, de aquella época en la que había una sola sala”, recordó.

Guillermo Bredeston junto a Emilio Disi.

Guillermo Bredeston junto a Emilio Disi.

Si bien la mayoría de aquellas obras se orientaban al teatro “comercial”, tenía su espacio para las que habían sorprendido en el revolucionario Teatro Abierto, como “Grs de ausencia” y “El acompañamiento”.

Una década más tarde, convocó a maestros como Hugo Urquijo y Cipe Lincovsky para ofrecer sus enseñanzas en el Club del Teatro, un taller escuela en pleno centro porteño, donde unos 300 alumnos concurrían a los cursos y talleres.

Iliana Calabró con Bredeston y Cárpena.

Iliana Calabró con Bredeston y Cárpena.

Los retornos a la actuación fueron fugaces (con Satur y Bebán hicieron “los galanes peinan canas” en 2001, interpretándose a sí mismos, también ofició de presentador del espectáculo humorístico de Chico Novarro y_Emilio Disi, y en 2008 actuó en teatro en “La jaula de las locas”).

Pero todo iba quedando atrás. El primer aviso de una salud en declinación fue la operación del corazón, en 2004. Y luego, ese extenso y triste final, tras una larga agonía.

En una entrevista con la revista Pronto, hace poco menos de un año, Cárpena había abierto su corazón y, con mucho dolor, habló sobre el delicado estado de salud de marido: “Si Guillermo Bredeston pudiera hablar, pediría la eutanasia, no te quepa duda”.

En 2011, Bredeston sufrió el primero de cinco ACV (Accidentes cerebrovasculares). A partir de allí, la vida del actor se fue transformando en una pesadilla. Postrado en su casa, sin poder hablar por una traqueotomía que le realizaron hace tres años y sin poder moverse, Nora contó en los medios el sufrimiento de su pareja en sus últimos años de vida.

“Soy realista. Ya no tengo esperanzas. Quiero que Guillermo sufra lo menos posible. Me gusta que me sonría, que me mire. Pero a veces lo veo conectado a esas máquinas y es difícil”, decía Cárpena el año pasado.

Los últimos años de Bredeston fueron de mucho sacrificio para él y su familia. Además de ser atendido por enfermeros las 24 horas, el actor estaba con respirador y máquina de alimentos. Además, no hablaba porque tenía una traqueotomía.

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