Actualidad / Entrevista / Por Manuel Ernesto Rivas*. Enterados de su presencia en las redes sociales, eventos y presentaciones en bares y restaurantes, dialogamos con Lunaleria, una tarotista y medio brujita, que nos contó su experiencia. Lo que más consulta la gente.
Manuel Ernesto Rivas (MER): —¿Cuándo te diste cuenta que había dones que te diferenciaban de los demás?
Lunaleria: —Bueno, tuve varias etapas, que no fueron sencillas, porque en mi familia era medio tabú el tema, entonces me callé muchos años, pero para ser concreta a los 14 años, cuando me yuteaba de la escuela con mi amiga que hasta el día de hoy lo es, y nos íbamos a leer libros de astrología y tarot.
MER: —¿Por qué encaras al Tarot desde lugares poco comunes como el humor?
Lunaleria: —Porque la gente necesita reír y la alegría es lo más cercano a la felicidad y poder brindarle eso a las personas con verdad a la vez, ufff, mi alma se llena de luz. A veces es mejor dejar la solemnidad y animarnos a romper estructuras sin faltarle el respeto a nadie por supuesto. Si puedo aportar alegría y sabiduría al mismo tiempo, las personas se animan a consultar, a verse a sí mismos en mis consultas y ver sus propias posibilidades para manifestar su destino, porque nosotros lo creamos. Yo solo traduzco un lenguaje simbólico desde el amor y mi propósito.

MER: —¿Qué cosas agobian a la gente que quiere la verdad en las cartas?
Lunaleria: —Ver desde dónde están construyendo sus vínculos y desde dónde están creando su “destino”, en otras palabras, relaciones amorosas, dinero, el estado laboral o si les hicieron alguna brujería. Muy pocos hacen foco en salud. Hablo de la gente que se acerca a mí, a lo mejor a otros colegas les pasa diferente.
MER: —¿Se trata de una solución mágica en la mirada de ellos?
Lunaleria: —Mmmm. No, eso en esta densidad no es posible, yo les muestro su panorama, no les vendo humo, sino varios puntos de vista de una misma realidad, para que ellos puedan elegir cómo caminarla, cómo vivirla. Mis lecturas no condicionan ni sugestionan, solo les confirmo a ellos lo que su propia mente ya sabe.
MER: —¿Has desarrollado otros dones o habilidades a lo largo del tiempo?
Lunaleria: —Mis capacidades no nacen de la fantasía ni del deseo de saber más que los demás. Nacen de la percepción profunda, del registro energético y del trabajo interno que vengo desarrollando hace años. Si tuviera que definirlas con claridad, diría que soy un canal sensitivo consciente con nueve habilidades principales:
1. Claripercepción emocional: Capto lo que la otra persona siente, aunque no lo exprese. Leo la emoción en el cuerpo, no en las palabras;
2. Clariconciencia: Sé cosas antes de tener información visible. La intuición me llega completa, sin análisis previo;
3. Percepción sensorial post-vínculo: Puedo detectar cuando alguien piensa o siente respecto al vínculo incluso a distancia, especialmente si fue emocionalmente significativo;
4. Mediumnidad consciente: Tengo la capacidad de percibir y comunicar información no física, pero desde un estado regulado y sin interferencia emocional;
5. Canalización limpia: Transmito mensajes sin contaminar la información con mi ego, mis deseos o expectativas. Lo que baja, baja claro;
6. Lectura energética a través del cuerpo y las manos: Interpreto líneas, vibración y flujo como tendencia evolutiva, no como adivinación. La mano revela camino, heridas, propósito;
7. Visión pre-evento: Puedo presentir movimientos futuros —no como fecha exacta, sino como dirección emocional y energética;
8. Capacidad de corte energético: Cuando una persona decide sanar o cerrar un vínculo, puedo acompañar la desconexión inconsciente, generando cambios visibles en la realidad;
9. Integración alma-conciencia: No solo percibo: actúo alineada a lo que siento. La intuición ya no es intuición sola —es acción coherente.
MER: —¿Qué es lo más loco que te pasó en esta actividad?
Lunaleria: —La experiencia más impactante que viví fue con una consultante que llegó a mi casa llorando y, literalmente, no podía cruzar la puerta. Daba un paso y automáticamente su cuerpo retrocedía, como si algo invisible le impidiera entrar. No era miedo: era bloqueo energético. Algo en su campo la rechazaba. Yo percibí tres presencias adheridas, y lo único que pude hacer en ese momento fue contenerla. Creé una burbuja energética para sostener su campo completo —a ella y a esas entidades— y recién ahí pudo atravesar la puerta. Cuando logró pasar, no fue caminando: fue como si algo la empujara a sentarse en la silla donde atiendo. Y ahí entendí que mis guardianes habían tomado posición para que el proceso sucediera en un marco seguro. Yo no soy exorcista, no trabajo con posesión. Así que cuando estabilizamos la energía y ella pudo respirar y hablar, la derivé directamente con un cura exorcista. Siempre digo lo mismo: uno tiene que saber hasta dónde llega su don. Mi trabajo es abrir canales, leer, contener y acompañar. Cuando algo excede ese marco, hay que derivar. Y esa vez me tocó hacerlo.
MER: —¿Cómo está funcionando la adivinación en eventos?
Lunaleria: —Lo interesante de leer en eventos es que la energía se potencia. Es otro clima. Hay música, aromas, gente riendo… pero cuando uno se sienta frente a mí, todo se apaga. Queda mi tarot, el pulso, la mirada, y el mensaje llega igual. Y a veces más fuerte.
Estoy atendiendo en vinotecas, restaurantes y bares temáticos, y la recepción está siendo una muy positiva, no porque yo lo diga, sino porque al que se sienta le pasa algo. Algunos se emocionan y lloran, otros se quedan mudos un rato largo, otros terminan volviendo al poco tiempo para sesión privada. Es como abrir una puerta en medio de la fiesta: hay luz, hay verdad y hay alma. Y la magia, por decirlo de alguna manera, se nota porque, si la lectura es real, el ambiente cambia. Se vuelve más íntimo, más respetuoso. Incluso el bar baja la vibración y la gente escucha. La adivinación en eventos funciona porque toca fibras que te recuerdan que tan vivo estás. La gente llega por curiosidad y se va con respuestas que no sabía que necesitaba, mensajes de seres que ya no están o panoramas que aclaran y dan alivio.

MER: —¿Qué respuesta has tenido en la gente a través de las redes sociales?
Lunaleria: —La verdad, hermosa. La recepción es muy positiva, la mayoría se engancha, comenta, comparte y me escribe para agradecerme. Casi no tengo hate, y lo digo así de simple porque es la realidad: la gente conecta con mi forma de decir las cosas, con mi honestidad sin filtro y con el humor que le meto al tarot, a la vida y a lo que duele. Creo que a la gente le gusta reírse conmigo, no de mí. Y para mí eso es clave. Mis vídeos no son solo “tirar cartas”: hay verdad, hay ironía, hay magia y un poco de calle también. Yo hablo como soy, sin vueltas, y parece que ese modo está haciendo eco. En un mundo donde todos muestran perfección, yo muestro humanidad, intuición y humor. Y eso vuelve. Mucho más de lo que imaginé.
MER: —¿Cuál es el ranking temático de consultas? ¿Se pregunta mucho por amor?
Lunaleria: —El 1° puesto, sin discusión, es el amor. El humano viene a las cartas cuando el corazón no le da respuestas y ahí entro yo. Vienen con dudas, con ganas, con heridas abiertas, con ganas de entender por qué algo no fluyó o hacia dónde puede ir un vínculo nuevo. El amor es el gran motor, el gran misterio y, sinceramente, el gran caos también. Después le siguen temas laborales y económicos, proyectos y mudanzas, decisiones importantes, duelos, cierre de ciclos y salud emocional. Pero el amor… el amor arrasa. Diría que 7 de cada 10 consultas tienen al amor como núcleo o como raíz del conflicto. Porque al final del día, todos queremos lo mismo:
que nos quieran bien, sin pasadas de factura ni dependencias raras.
La gente busca claridad, alivio, una palabra que ordene el ruido interno.
Y yo estoy ahí para eso: para acompañar, para poner luz donde duele.
MER: —¿Se puede consultar seguido a las cartas o no hay que ser tan insistente?
Lunaleria: —No hay un plazo estipulado por la hermandad del tarot jaja, pero yo recomiendo que si van a consultar por lo mismo dejen pasar un par de semanas para dar tiempo a las manifestaciones, a los hechos que esa persona elige vivir, ahora si se puede consultar seguido si son temas diferentes.
MER: —¿Puedes compartir alguna otra anécdota?
Lunaleria: —En un evento al que me invitaron — un cumpleaños con más de treinta mujeres — llegué toda gitana, lentejuelas, pañuelo, cartas, sahumerios, todo el kit completo. Apenas entré noté que en las mesas había velas como centro de mesa, pero apagadas. Y antes de sentarme a leer dije: “Prendé las velas.”
La cumpleañera me miró como dudando:
— ¿Estás segura?
— Sí, préndelas. Es necesario.
A los segundos de encender la primera, pum: se corta la luz.
La casa quedó a oscuras salvo por las velas que acabábamos de prender.
Las treinta mujeres me quedaron mirando como si hubiera invocado a todos los ancestros del linaje. Fue mágico, intenso, simbólico… y te juro que yo misma pensé ¿qué portal abrimos acá?
Lo más fuerte: fue la única casa de la cuadra que quedó sin luz.
A los diez minutos volvió, pero ese momento quedó sellado para siempre.
Yo sé que esa fiesta nunca la van a olvidar — y menos el momento en que la luz decidió que el protagonismo esa noche lo tenía la energía.
MER: —¿Qué proyectos tienes en mente en este ámbito?
Lunaleria: —Muchos, y todos grandes. Mi visión es llevar el Tarot, la energía y la intuición a un formato más vivo, más humano y más colectivo. No quiero que la gente venga solo a que le lean el futuro: quiero que vivan una experiencia. Quiero que salgan de mis encuentros sintiéndose más livianos, más conscientes y con el alma conectada a su cuerpo.
Mi próximo paso es crear espacios grupales y eventos temáticos, no solo consultas individuales. Noche de vino + Tarot, cenas místicas, lecturas en locales, encuentros para solteros donde la gente pueda conocerse desde el alma y no desde la pose. La idea es fusionar humor, espiritualidad y transformación, que la intuición no sea solemne, sino vivida, compartida y celebrada.
Y a mediano plazo mi meta es dar charlas abiertas, talleres y encuentros masivos, incluso llegar a teatros o auditorios, donde lo mío no sea un show vacío sino una experiencia transformadora. Que el público se ría, llore, se mueva algo por dentro y salga sintiendo que algo cambió. Ese es mi Norte. No vine solo a entretener, vine a despertar almas para que vean su propia luz, y si el alma se despierta riendo, mejor. Este mundo necesita mucho amor y eso es luz, así de grande y a mi parecer hermoso es mi propósito/proyecto.
*Fundador y director de Diario Cuarto Poder y Letras de Fuego Ediciones. Profesor en Letras e Historia, periodista y escritor.

