Así buscan revertir la ventaja que les llevan los senadores pro-vida que rechazan la ley.

La inflexibilidad de los “verdes” voló por la aires. Los senadores que militaban por la sanción de la ley de aborto en la sesión citada para el 8 de agosto -es decir sin tocarle una coma al texto aprobado en Diputados- se convencieron ayer de la imposibilidad de superar los 28 votos comprometidos. Los del rechazo (los “celestes”) acababan de estirar la ventaja: contaban 33. Ese fue el límite para el grupo que comandan el peronista Miguel Pichetto y el macrista Humberto Schiavoni: aceptarán retocar el proyecto para evitar que se caiga y ya negocian cerrar filas con los cordobeses que impulsan un texto más moderado.

on ese viraje, los promotores de la ley esperan sumar a la mayor parte del lote de 10 indecisos y así alcanzar un triunfo ajustado. De ser así, el proyecto volvería a la Cámara de Diputados, pero la despenalización del aborto estaría asegurada. ¿Cómo es eso? Según la reforma constitucional de 1994, la Cámara de origen no puede rechazar una iniciativa que ya aprobó. Los diputados sólo tendrían tres opciones: insistir con su propio proyecto, aceptar todos los cambios que vote el Senado o incorporar sólo algunos, lo que se conoce como insistencia parcial.

Fuentes del bloque Justicialista aseguraron que Pichetto acordó con el vice de la bancada, el cordobés Carlos Caserio, autor del proyecto alternativo, reunir el martes al grupo de senadores interesados en cerrar filas en torno a una ley que habilite la interrupción voluntaria del embarazo. La intención es que allí se acuerde un dictamen común que pueda imponerse en el plenario de comisiones del día siguiente. “La esencia de la ley se mantiene”, dicen.

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