El tackle fue uno de los principales déficits de Los Pumas en el partido ante Francia. (Foto: Germán García Adrasti)

El equipo dirigido por Mario Ledesma falló demasiado en el tackle y algunas de sus individualidades rindieron por debajo de lo esperado. En los últimos 40 minutos hubo indicios de recuperación.

El análisis no sería diferente si el rosarino Emiliano Boffelli hubiera acertado ese penal largo (53 metros) y levemente esquinado sobre el touch izquierdo pero absolutamente factible para el “cañón” que tiene en su pierna derecha, a 24 segundos del cierre. O si el árbitro australiano Angus Gardner no hubiera tratado a Argentina como “un país chico”, como sostuvo un visiblemente enojado Mario Ledesma al final del partido luego de repasar dos penales, uno de Picamoles por un offside grosero a los 36 minutos del complemento, y otro de Laurent, frente a los palos y ya con el tiempo de descuento jugándose. Con la mente fría y las pulsaciones mucho más bajas, hay que decirlo: Los Pumas no jugaron bien en su esperado debut mundialista ante Francia. Una desilusión tremenda. Y más que una picardía. Y, por sobre todo, la sensación de que después de tanto preparar el partido más decisivo de la primera fase, el seleccionado regaló un primer tiempo en el que se hizo todo mal a partir de los 15 minutos y hasta ese cierre decretado por el penal por un tackle al cuello de Cubelli sobre Huget que Gardner sancionó con la ayuda del TMO.

Hubo varios puntos negativos en ese lapso en el que una Francia muy superior a la de sus últimas presentaciones (también hay que sostenerlo) llegó al try dos veces por intermedio de Gael Fickou y Antoine Dupont. El más importante fue el déficit notable y notorio en el tackle (Argentina erró 17 en el primer tiempo), un punto que invariablemente se lo asocia a la historia del rugby argentino y un ítem gracias al cual Francia encontró libertades impensadas para atacar con sus tres cuartos lanzados en velocidad. El otro fue el de la falla de la toma de decisiones sumado al mal momento rugbístico de Sánchez que traía del Rugby Championship y que se extendió cuando menos se lo esperaba. Y un tercero fue el tiempo y el espacio que tuvo Ntamack para pensar y darle vuelo al juego de sus backs. Se pensaba que el joven apertura de apenas 20 años jugaría presionado, pero estuvo demasiado lejos de estarlo.

El capitán Pablo Matera intenta avanzar con el balón durante el partido entre Argentina y Francia. (Foto: Germán García Adrasti / Enviado Especial)

El capitán Pablo Matera intenta avanzar con el balón durante el partido entre Argentina y Francia. (Foto: Germán García Adrasti / Enviado Especial)

El 20-3 con el que terminó el primer tiempo marcó también otra certeza: había que cambiar o, más allá de la derrota final, la diferencia sería aún más abultada. Y demoledora para el espíritu. Entonces, con los backs atados y sin sorpresa (se insistió demasiado con el ataque punzante de De la Fuente y la pelota no les llegó jamás a los wines), todo quedó en manos de los forwards. Y el pack tomó la responsabilidad. Por eso, ya al minuto del segundo tiempo se vio un cambio en la actitud: de un penal factible a los palos para Sánchez se fue al line donde Ortega Desio la ganó fácilmente en las alturas. Y de ahí llegó el maul para el try de Guido Petti. Apenas 11 minutos más tarde, otra vez la misma receta: penal, line ganado por el propio Petti, maul y Julián Montoya aterrizó con la pelota, su cuerpo y su alma en el ingoal francés.

Se podía. Se creyó. Se buscó. Y a los 28 minutos Urdapilleta, después de un par de penales, puso al frente a Los Pumas en el marcador por primera vez desde aquella temprana ventaja que había conseguido Sánchez con un penal a los 14 minutos de iniciado el partido.

Sin embargo, allí quedó reflejado otro punto flojo que se viene repitiendo en los últimos partidos de Los Pumas: la poca fortaleza para sostener un resultado a favor. Es que de la salida francesa de la mitad de la cancha, la pelota se perdió, Dupont aprovechó para dar un par de puntadas con sus delanteros y cuando López estuvo frente a los palos, facturó con el drop.

Nicolás Sánchez no tuvo un buen debut en el Mundial de Japón. (Foto: Germán García Adrasti / Enviado Especial)

Nicolás Sánchez no tuvo un buen debut en el Mundial de Japón. (Foto: Germán García Adrasti / Enviado Especial)

Luego fueron 11 minutos finales de sufrimiento, de agonía. Y de emociones. Erró un penal Ntamack y falló el suyo Boffelli. Y llegó el cierre doloroso.

En el balance queda entonces que, más allá de la garra y la confianza recuperada en los segundos 40 minutos y el buen nivel mostrado por el maul y las formaciones fijas, al máximo nivel no se puede regalar un tiempo como lo hicieron esos Pumas sin tackle e insolventes en el reposicionamiento defensivo. También, que hubo jugadores lejos de su nivel (ya se habló de Sánchez pero tampoco anduvo bien la tercera línea y Cubelli jugó muy presionado). Quizá Petti y Boffelli fueron los puntos más altos y Urdapilleta y Carreras entraron en buena sintonía. El sistema de juego no pudo llevarse a la cancha y Francia, sin demasiados argumentos, terminó animándose a jugar desde cualquier lugar. Se sabía que en el desorden los franceses son peligrosos y justamente Los Pumas entraron en esa inercia negativa.

Ahora se viene Tonga, antes de Inglaterra. Que será “el” partido tras el traspié inicial. Muchos dicen que falta para pensar en los ingleses porque antes vendrán los isleños. Todo lo contrario: falta demasiado poco para que Los Pumas se jueguen su futuro en Japón 2019.

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