Los censos de población muestran un aumento sostenido de los fieles de distintas denominaciones protestantes, que superarán a los católicos en la próxima década si se mantiene la tendencia de los últimos años. Las razones de su penetración social, su intervención en la política y los contrastes entre las diferentes iglesias.

El 26 de abril se van a cumplir 520 años de la primera misa realizada en suelo brasileño. La ofició el obispo Henrique de Coimbra, cuatro días después de la llegada de la expedición portuguesa que “descubrió” esa tierra inabarcable e inició la colonización, bajo el mando de Pedro Álvares Cabral. Desde ese día, la Iglesia Católica quedó inseparablemente unida a la historia de Brasil.

Pero ese vínculo que fue tan estrecho durante medio milenio se está debilitando y cada vez más rápido. En 1940, el 95% de los brasileños eran católicos. En 1980, pasaron a ser 89%, y diez años más tarde, 83,3 por ciento. El último censo del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) reveló que en 2010 la proporción de católicos cayó a 64,6 por ciento.

En el mismo período, las iglesias evangélicas no pararon de ganar fieles. En 1940 representaban apenas el 2,7% de la población. En 1990 ya eran el 9%, en 2000 llegaron al 15,4% y en 2020 treparon al 22,2 por ciento.

La tendencia se acentuó en la última década. Según una encuesta de Datafolha difundida esta semana por Folha de S.Paulo, los católicos son ahora el 50% y los evangélicos el 31 por ciento. Una relación que hace 80 años era de 1 evangélico cada 35 católicos, pasó a ser de 1 cada 1,6.

El doctor en demografía José Eustáquio Alves, ex investigador del IBGE, estimó que los seguidores del Papa dejarán de ser mayoría en 2022 y perderán la primacía en 2032. Para entonces, si se mantiene el ritmo de los últimos años, el 39,8% de los brasileños serán evangélicos y el 38,6% serán católicos.

“Brasil está viviendo una transición religiosa con la caída de los católicos y el aumento de los evangélicos, de los no cristianos y de otras religiones. Es un proceso de pérdida del monopolio por parte del catolicismo y de un alza de la pluralidad. Creo que es positivo el avance de la diversidad religiosa, que da más opciones a la gente”, sostuvo José Eustáquio Alves en diálogo con Infobae.

Es cierto que las proyecciones tienen siempre un margen de error considerable, sobre todo aquellas que buscan anticipar cambios en el comportamiento y en las preferencias de las personas. Hay muchos factores que pueden modificar tendencias que hoy parecen muy consolidadas. Sin embargo, el avance del evangelismo en las últimas décadas es muy fuerte, y su impacto en la sociedad y en la política brasileña es indisimulable.

La segunda denominación más popular en Brasil es la Iglesia Bautista, que representa al 8,8% de los evangélicos. No es pentecostal, sino que es más antigua y tradicional. Las tres denominaciones que le siguen sí son pentecostales o neopentecostales: la Congregación Cristiana de Brasil (5,4%), la Iglesia Universal del Reino de Dios (4,4%) y la Iglesia del Evangelio Cuadrangular (4,3%).

“El evangelismo ofrece una mejor respuesta a las cuestiones de la vida cotidiana y de la modernidad. La ‘teología de la prosperidad’ es un hermoso ejemplo de esta practicidad. Por ser una religión más inmanente que trascendente, como es el catolicismo, se comunica mejor con la sociedad y el sistema económico actual. Pero pertenece a la misma matriz cristiana, conservadora y tradicional. Por lo tanto, si la mayoría es católica o evangélica no representa mucha diferencia en términos de cambios sociales”, explicó Marcelo Tadvald, investigador del Núcleo de Estudios de Religión de la Universidad Federal de Río Grande do Sul.

fuente: infobae

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