En un crudo debate, el editor y columnista de Corriere della Sera, Massimo Franco, analizó los primeros cinco años de papado de Francisco. Los errores, los aciertos y lo que viene en una Iglesia fragmentada

El 13 de marzo se cumplen cinco años desde que Jorge Mario Bergoglio fue elegido papa, tras la renuncia de Benedicto XVI. El ex arzobispo de Buenos Aires se convirtió, así, en el primer papa latinoamericano, primer papa jesuita y primer papa argentino de la historia. Propagó un aire de frescura que despertó simpatía, esperanza y emoción en gran parte de los 1300 millones de católicos. Sin embargo, cinco años después, las reformas que impulsa en su pontificado están lejos de concretarse.

El mayor de esos problemas está dentro del Vaticano. Las reformas económicas y de la curia que impulsó el Sumo Pontífice muestran los primeros signos de agotamiento. Además, no está claro en quién puede confiar Francisco. “Los conservadores lo acusan de haber ido demasiado lejos con temas como matrimonio, divorcio y homosexualidad”, explicó Franco, que advirtió sobre la “corte paralela de facto” que se creó cuando Bergoglio dejó los lujosos aposentos del Vaticano para instalarse en el modesto hotel eclesiástico Santa Marta. Parte de esa confusión quedó en evidencia durante la visita del Papa a Chile, en enero último, donde se cree que fue mal asesorado al defender al obispo Juan Barros, acusado de cubrir los abusos sexuales del ex párroco chileno Fernando Karadima.

Otro problema es la falta de transparencia. En el último año, varias acusaciones contra la curia y quienes lideran las reformas salieron a la luz. El cardenal australiano George Pell, responsable de Finanzas del Vaticano, dejó su cargo tras ser acusado de encubrir abusos sexuales contra niños. Acusaciones que, se cree, pudieron haberse generado dentro del mismo Vaticano. Luego renunció el auditor general de la Santa Sede, Libero Milone, quien dijo haber sido forzado a dimitir bajo amenaza de arresto. “El Vaticano está más dividido que en 2013. Mantener la unidad de la Iglesia está siendo, cada vez, más difícil”, advirtió Franco.

Por último, “la visión del Sur”, como la define el italiano, está generando roces con las primeras economías del mundo. “Este es un papa latinoamericano. Su elección significó un corte entre la visión Occidente-Oriente; él ve al mundo desde el Sur”, describió Franco. Además destacó la relación que estableció con China, pero insistió en que el trato con Occidente se volvió más áspero: “Las relaciones no son tensas sólo con el presidente Donald Trump sino, también, con el episcopado estadounidense. Hay una desconexión cultural entre el Papa y gran parte de Occidente (Europa, sobre todo)”.

A pesar de los obstáculos, el analista italiano descarta la renuncia del Papa. “No creo que se dé por vencido, pero las reformas de Francisco están fallando. Se habla de que el próximo papa será europeo, más precisamente, italiano. La gran incógnita es si este papa quedará completamente borrado de la memoria de la Iglesia, o si su sucesor continuará su legado”.

Según Franco, el Papa dio una buena lección al decir que, si la Iglesia no integra a una gran porción del mundo (más allá de Occidente), esa porción la va a terminar destruyendo. Falló, sin embargo, al poner tanto énfasis en la pobreza, en particular, al dividir el mundo entre ricos y pobres. “El próximo Papa tendrá que recalibrar ese enfoque”, sugirió Franco.

En enero último, el Sumo Pontífice visitó Chile y Perú. Ya había estado en otros siete países de la región: Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador, México y Paraguay. “Creo que el Papa no visita la Argentina, en primer lugar, porque el país está muy dividido. Segundo, porque la relación con el presidente Mauricio Macri no es la mejor”, aventuró Franco, que entrevistó a Macri luego de su audiencia con el ex arzobispo de Buenos Aires. “Si bien fue muy diplomático, se mostró furioso porque Francisco lo recibió por sólo 22 minutos. Es porque representa ‘la otra Argentina’, no la del Papa”, dijo sobre el encuentro.

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