Opinión Por Marcelo Pérez para Diario CUARTO PODER

Desde hace años el intendente Germán Alfaro hace la vista gorda y deja que inadaptado se adueñe de las calles y exija pagos por estacionar. Un crimen evitable si no hubiera desidia municipal.

El crimen a sangre fría del joven de 21 años Santiago Ismael Palavecino pone de nuevo en el tapete el tema de los “cuidacoches” en la ciudad de San Miguel de Tucumán, por ser una actividad ilegal y violenta por donde se la mire, donde gente desconocida, se adueña de las calles y cobra lo que se le antoja a los desprevenidos y desprotegidos automovilistas que necesitan aparcar.

Una actividad violenta porque transgrede derechos civiles ya que actualmente el estacionamiento en la vía pública (donde es permitido estacionar) es libre y gratuito. Sin embargo, gente desconocida, ¿quién sabe si tienen antecedentes penales?, se adueñaron de las calles, merced a la desidia del municipio, en la persona del intendente Germán Alfaro, que se niega a tomar cartas en el asunto y deja que el “río corra” como corre la sangre, cuando alguien se niega a acceder ante la prepotencia de estos malvivientes, como ocurrió con Palavacino el domingo a la madrugada.

¿Cuántos más deben morir, o terminar presos, para que Alfaro se sensibilice y regule el tema del estacionamiento en las calles de su municipio? Porque no sólo se adueñaron de las calles aledañas al microcentro. Los “Trapitos o cuidacoches, extendieron sus dominios más allá de las cuatro avenida y es común verlos en calles como 12 de Octubre, Don Bosco, Suipacha, alrededor del Parque 9 de Julio, frente al Centro de Salud, o alrededor de la Legislatura, la Cancha de Atlético Tucumán, por los Tribunales Penales de avenida Sarmiento, etc. Donde haya gente que necesite estacionar un vehículo, allí estarán ellos con su prepotencia y violencia.

“Si no pagas, te lo pueden rayar al auto, o pichar una goma”, me dijo uno de ellos a mí el otro día en tono amenazante. Cuando le pregunté ¿quién me lo iba a rayar? (Porque debería ser un genio para saber que de todos los autos estacionados en esa cuadra sólo el mío no había pagado al cuidacoche) se me vino encima y quiso golpearme. Cuando dije que llamaría a la Policía se enardeció tanto que otro trapito debió frenarlo y me pidió que me fuera porque el hombre “estaba drogado”. Era la esquina del pasaje Pedro Bordabehere y avenida Avellaneda, frente al Centro de Salud. Y me sentí impotente. Pensé que en un segundo podía cambiar toda mi vida: Me pudo romper el auto, golpear, o peor, asesinarme, como a este chico Palavecino, porque no queremos convalidar el cobro ilegal de un servicio que nadie pide.

“Pobre los pobres”

Sí, podrán decir que esa “pobre” gente se gana la vida de esa manera porque no hay trabajo o que “peor sería que salgan a robar”. Pero lo cierto es que los automovilistas no somos personas ricas, muchos necesitan movilizarse en auto por cuestiones de distancia y tiempo y si dejan el auto en la calle es porque no tienen dinero para pagar una cochera o estacionamiento.

Desidia total

Al intendente Alfaro no le importa realmente dar una solución a este problema. Para él tiene un costo político sacar a los trapitos de la calle y por eso los deja seguir “robando” con el cobro a los automovilistas que necesitan estacionar. O bien, habrá detrás de todo esto un negocio redondo, de muchos millones para que tras más de 15 años siga sin licitar lo estacionamiento y sacar a todos los trapitos de las calles. DE TODAS, como lo hizo la municipalidad de Yerba Buena que de un plumazo y por una ordenanza prohibió el cobro de trapitos en todas sus calles y a toda hora. Hasta puso gente para controlar que cobren siquiera cuando hay espectáculos, muy común en épocas de carnaval por ejemplo, alrededor de los clubes como Central Córdoba, en San Miguel de Tucumán.

Las manos con sangre

Alfaro tiene las manos manchadas de sangre. Los trapitos existen porque él no hace nada para evitar ese trabajo ilegal en calles de la ciudad. Y la Policía se hace la desentendida también ya que muchas veces ven las discusiones que se arman con estos trapitos y los automovilistas y no intervienen. ¿Para qué está la policía? Para que cuando el tema pase a mayores y haya algún herido (o muerto) realice un informe pormenorizado!!??

Los policías, esos que están parados en las esquinas, aburridos de no hacer nada, deberían sacar a estos personajes mafiosos que están robando de frente a los automovilistas. Porque cobrar por algo que nadie pide, en lugares gratuitos, no es otra cosa que un “robo o coacción “bajo amenaza” para evitar daños en sus vehículos.

Deberían encerrar, a todo trapito que quiera cobrar el estacionamiento.

¿Quién se hace cargo?

Que alguien se haga cargo de esta muerte. Que salga y dé la cara. No podemos seguir amparando la desidia. Basta de mentiras, de que se va a llamar a licitación, que van a poner parquímetros y demás versos. Así como la gente se indigna por el crimen de los diez rugbiers en Villa Gesell, así nos indignamos los automovilistas con el intendente Germán Alfaro por su inoperancia frente a este crimen atroz, que no es el primero (y esperamos que sea el último).

Este no es el único caso de víctimas a manos de cuidadores de autos en la provincia. El año pasado la Municipalidad anunció la regulación del estacionamiento pago en 292 cuadras de la capital. Sin embargo, al día de hoy, y a casi un año de ese anuncio, todo sigue igual.

En enero de 2019 una mujer denunció agresiones por parte de un cuidacoches al que no quiso pagarle $ 130. Y los casos como el de esta mujer se repiten seguidos. La advertencia pasó a violencia en algunos casos.

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