alperovich

La sobrina de José Alperovich pasó horas exponiendo cada detalle de las nueve veces en las que según su denuncia, el ex gobernador de Tucumán abusó sexualmente de ella, pero su estado de ánimo sólo pareció flaquear en un instante, cuando uno de los pocos actores que quedaron en la sala tras su ingreso, le preguntó si había conseguido rehacer su vida. Ella miró su vientre con ocho meses de gestación y, juntando todas las fuerzas que necesitó desde que comenzó su calvario, respondió que si, que a pesar de todo había logrado reponerse.

Si bien en casos como este está previsto, tras un pedido formal se decidió que acusado y acusadora no estuvieran en el mismo ámbito. Por eso antes de que ella comenzara a declarar se decidió que el ex gobernador estuviera en una sala aparte, en otro piso del edificio judicial, donde podría seguir la declaración vía zoom.

La joven tuvo que responder más de un centenar de preguntas que afrontó con aplomo y serenidad, aún ante las exposiciones más complejas y cruentas realizadas por los defensores del ex gobernador quienes la llevaron a dar detalles de cada uno de los tormentos que sufrió. En la sala sólo quedaron la sobrina del imputado, el juez, los funcionarios judiciales y las partes: fiscalía, querella y defensa.

Al tratarse de hechos diversos (nueve en total), se le preguntó acerca de cada uno, con detalles, sobre todo del lado de la defensa que intentaba demoler su testimonio con las pruebas qLa sobrinaue ellos mismos ofrecieron, y que contarán sobre todo con aportes de testigos.

Sin embargo la mujer de 33 años no tuvo problemas en expedirse sobre cada uno de los hechos, sin temor, a pesar de que en muchos pasajes debió hablar sobre situaciones muy delicadas y proporcionar detalles íntimos.

Llamó la atención una frase que ya había dicho durante la instrucción del caso. Según ella Alperovich se comparaba con el violinista André Rieu “por la velocidad con la que movía los dedos”.

En todos los casos la ex colaboradora de Alperovich dijo que había sido atacada tanto en Buenos Aires como en Tucumán, en departamentos, casas e incluso en automóviles. Y afirmó que el entonces senador ejercía una presión brutal sobre ella, lo que motivó que su reacción para cortar la relación laboral e incluso en presentar la denuncia no fuera inmediata.

Los momentos de mayor tensión, en los que debieron intervenir los representantes de la querella como de la fiscalía, e incluso del juez, fueron cuando los defensores de Alperovich intentaron saber detalles de la relación que había tenido la mujer con David Mizrahi, a quien el ex gobernador responsabiliza en parte por la denuncia, y por presuntos contactos con el actual diputado Carlos Cisneros, a quien el ex gobernador considera su “enemigo”.

El mismo juez consideró que nada de eso tenía que ver con la actual causa, según trascendió al cabo de la primera jornada del juicio.

En tres oportunidades se pasó a un cuarto intermedio para que la denunciante pudiera declarar. Sin embargo, en todo momento se mostró segura e insistió en que prefería terminar en el día su declaración. Al final salió sola de la sala de audiencias, se dirigió a dos amigas que la esperaban y con una sonrisa dijo: “ahora sí, terminé”.

Desde el punto de vista legal, ya no es necesario que se presente al resto de las audiencias, en las que estará cubierta por sus representantes legales, por lo que es muy probable que su imagen, abrazada por sus allegadas mientras se acariciaba el vientre, haya sido la última en la que aparecerá en ese ámbito.

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