La pobreza crece y el Norte aún espera por Belgrano

Hace más de doscientos años, los tucumanos se encontraban transitando los tiempos difíciles de la guerra contra los realistas, luego de haber declarado la independencia en la Casa Histórica, en donde hace poco más de un mes se desarrollaron los festejos centrales por el Bicentenario de nuestro país.

Unos años antes de ese acontecimiento fundacional, en 1812, tuvo lugar la Batalla de Tucumán, considerada por muchos historiadores como la “madre de las batallas” libradas en nuestro territorio. Justamente ese hecho glorioso de nuestra historia, tuvo como protagonista excluyente al general Manuel Belgrano. Quien pasó a la inmortalidad como el “creador de la Bandera”, pero tuvo muchos otros méritos ajenos a su profesión de abogado, aunque comprometidos con su rol de “hijo de la Patria”, como le gustaba denominarse. Fueron tiempos complejos, como los del presente; pero este patriota y su accionar quedaron grabados en el corazón de los habitantes del Norte Argentino. Es por ello que no llamó la atención que el nombre de la estructura, con rango ministerial, creada por el gobierno de Mauricio Macri para generar un fuerte impacto de obras públicas en el Norte del país, haya sido el de “Plan Belgrano”.
Otro paso que se había considerado importante en ese momento, era la elección de José Cano, como titular de esa importante estructura que tiene por objetivo beneficiar a una decena de provincias. El hombre proveniente del radicalismo había perdido las elecciones ante el peronista Juan Manzur, en unos comicios que estuvieron manchados por denuncias de fraude e irregularidades. Era el símbolo de esa lucha contra la corrupción “alperovichista”, que se plantaba en una estructura mayor y que, según se afirmaba, iba a poner de rodillas a su adversario por la Gobernación, quien le iba a tener que solicitar a él las obras necesarias para Tucumán. ¿Qué obras? Hasta el momento sólo estamos hablando de anuncios vacíos, de una recesión importante, de la falta de llegada de recursos para el financiamiento, de un desempleo galopante que afecta especialmente al sector de la construcción, de una suba indiscriminada de los servicios -aunque ahora está en un impasse-, y una inflación que lleva los precios, los servicios y el combustible a un lugar de difícil acceso para los alicaídos bolsillos.
Alguien dirá que eso pasa en todo el país, pero Tucumán no está fuera del país, de ese mismo conjunto territorial que se declaró libre e independiente de España, su metrópoli y toda dominación extranjera.
¿Qué es lo que hizo en concreto Cano en lo que va de su gestión? Poco y nada. Anuncios, conferencias de prensa en las que aclaró que tiene todo el apoyo del presidente Mauricio Macri y, por sobre todas las cosas, buscar una oficina en Buenos Aires -que no tenía- y completar una plantilla de una cincuentena de empleados, además de bendecir referentes del “Plan Belgrano” para canalizar la catarata de recursos que, según él, le iban a ser asignados para la realización de las obras tan necesarias.
En este escenario de inacción, Cano parece estar con la boca abierta y en un tratamiento de conducto, porque no tiene movimiento ni reflejos. Se queda quieto esperando que los instrumentos del Gobierno nacional hagan su trabajo y le lleguen los recursos. Lo peor es que los datos sobre pobreza, dados a conocer por la Universidad Católica Argentina (UCA), no son para nada alentadores en este primer tramo de gestión. Los argentinos y tucumanos que dependen de un trabajo precario, pequeñas empresas y empleos eventuales se encuentran, según la actualización del informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina, en una situación de vulnerabilidad que los convierte en nuevos pobres. Representan 1.4 millones de pobres que llevan el porcentaje de pobreza, en el inicio de 2016 y con la aplicación de las políticas de la actual gestión, al 34,5%. Esto es un total de 13 millones de argentinos que están sumergidos bajo la línea de pobreza, sin ninguna posibilidad de contención concreta por parte del Estado.
Tucumán no es un oasis, a pesar de que es una de las provincias que no echó empleados del Estado, sino que la cuestión se potencia con los inconvenientes para la colocación de la producción primaria, como en el caso de los citrus, y los problemas que afectan a la industria madre, la producción de azúcar.
En este cuadro de situación, la reactivación de la obra pública es una de las herramientas que podría atenuar este presente. En el Norte, el “Plan Belgrano”. Los norteños no pueden estar esperando que Cano los convoque a un segundo “éxodo jujeño”, dejando la tierra arrasada. En realidad esperan que se los sume a una verdadera batalla contra la inflación y la suba de la canasta familiar, en desmedro de la baja de la calidad de vida de los argentinos que vivimos en este territorio tan castigado que necesita una “reparación histórica”.
Cano mira al 2017, y no se saca la viga de los ojos para ver el actual problema socio-económico. Encima sus referentes cercanos se ven mezclados en actos de nepotismo, avalando usurpaciones de predios destinados a un cementerio, recreando situaciones que criticó duramente cuando era opositor, o pensando en las elecciones parlamentarias del año próximo. Los problemas son similares, los actores son distintos. Y con ello se alimenta el pensamiento de que todos los políticos son iguales.
Por lo pronto, los nortenos en general y los tucumanos en particular, aún esperan la llegada de Belgrano, que por desgracia no es aquel abogado que quería ser un buen hijo de la Patria.

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