En la previa del primer partido de Dorados de Sinaloa ante Cimarrones, por los cuartos de final de la Liguilla del torneo Clausura del Ascenso MX, Diego Maradona ratificó que, a sus 58 años, su talento está intacto. El capitán de la selección argentina que se consagró en el Mundial de México 1986 se prestó a un desafío para hacer brillar su legendaria pegada. Y terminó celebrando como si todavía fuera futbolista y hubiera anotado un gol de los que llevaban su sello.

El Diez consiguió un gol olímpico. Colocó el balón en el córner de La Pecera, el estadio de Dorados, y sacó un remate rasante, calculado, que fue tomando la comba precisa para terminar ingresando al arco. “¡Vamos”, gritó, al ver que había conseguido su objetivo. Luego cerró el puño y elevó la mirada al cielo.

Maradona nuevamente logró clasificar al Gran Pez a la Liguilla, luego de un mal comienzo en el torneo Clausura. Su equipo finalizó quinto, con 20 puntos, producto de cinco victorias, cinco empates y cuatro derrotas. Dorados busca la revancha de lo sucedido en el Apertura, cuando llegó a la final y perdió ante Atlético San Luis.

Para esta campaña perdió a su figura, el ecuatoriano Vinicio Angulo, pero incorporó a futbolistas de nombre para el Ascenso MX, como los argentinos Fernando Elizari, Gustavo Canto y Fabián Bordagaray, o los atacantes Amaury Escoto y Rubio Rubin Méndez.

Mientras intenta el gran objetivo de conseguir el ascenso a la Liga MX con Dorados, Maradona se divierte. Logró un gran vínculo con sus futbolistas, al punto que le dedican cada uno de los goles o de las victorias. El arquero Gaspar Servio, capitán del equipo, incluso se tatuó el rostro del Diez.

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