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Por Fabián Seidán – Diario Cuarto Poder / La Justicia en nuestro país atraviesa una severa crisis de credibilidad porque, quienes la imparten, demostraron que son tan humanos y propensos a cometer errores, como cualquier neófito en la materia. Además, pertenecer a uno u otro género, tampoco enriquece los fallos. Abogar por una Justicia “feminista”, podría acarrear resoluciones basadas más en lo ideológico que en la equidad.

Casos testigos si los hay 

En los últimos años la Justicia viene mostrando su peor cara. Fallos bochornosos, actuaciones indecorosas, jueces y fiscales, procesados, enjuiciados, condenados y destituidos, son algunas muestras de que se está frente a uno de los Poder del Estado que peor funciona. Sin embargo, la gente, sigue esperando que algo cambie (para bien) ya que, sin Justicia, no hay estado de derecho, y sin derechos, peligra la democracia.

Son tiempos difíciles los que corren, donde todo es denunciado o enjuiciado: Decir algo, hacer algo y hasta pensar algo que a otro moleste o no coincida con su idiosincrasia, puede terminar en tribunales. Así de fácil. Sólo basta que uno se sienta ofendido o vapuleado para armar una causa y dependerá de la justicia avanzar o descartar tal demanda.

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El feminismo está formando a toda una generación de abogados en el quebrantamiento de garantías constitucionales.

El sexo oral como medio de pago

Recientemente se supo que un tribunal de Justicia de España rechazó una demanda de amparo interpuesta por una mujer que denunció haberse sentido “psicológicamente obligada” a pagar con sexo oral una deuda dineraria contraída con su ex cuñado.

Pero para la Justicia española bajo ningún concepto existió un delito de coacciones hacia la demandante, ya que –dice- hubo “una relación pactada entre ellos” (la mujer y el hombre) por una deuda contraída por 15.000 euros. Cuando el hombre le pidió que le devolviera el dinero ella accedió a hacerle dos o tres ‘biberones’ (sexo o oral) a la semana mientras mantuviese la deuda.

Los hechos descritos en la denuncia explican que la mujer mantuvo sexo oral con el hombre en cinco ocasiones y que luego se sintió “psicológicamente obligada”. Pero para la Justicia “se trató de un hecho consentido, a cambio del beneficio de no pagar la deuda.

Ahora bien: ¿Qué hubiese pasado sin este caso se tramitaba en cualquier tribunal argentino? Seguramente, por cuestiones de género, el hombre hubiese sido condenado por degenerado o por abuso deshonesto; detenido y encarcelado, y la mujer liberada de pagar la deuda contraída. Y sería así porque hoy en nuestro país todo se mira bajo la óptica feminista, por miedo al escrache.

La Justicia no tiene género

Se habla mucho de nombrar más mujeres en la Justicia como si eso fuera la solución a la crisis que sufre dicho poder del Estado. Recientemente, tras la renuncia de Elena Highton de Nolasco a la Corte Suprema, muchos plantearon la posibilidad de que el gobierno avanzara hacia una reformulación “saludable del tribunal” y pedían mejorar la paridad de género y empezar a ampliar el número de sus integrantes. Para hacerlo proponían, no una sino tres juristas mujeres. La primera, para cubrir la vacante de Highton; y las otras dos para llevar el número de miembros a siete con una proporción entre varones y mujeres “acorde a los tiempos que corren (¡!)”.

Pero ser mujer no significa ser mejor. Tanto hombres como mujeres pueden ser buenos o malos, sabios o necios, notables, capaces o corruptos; pero no hay ninguna certeza que demuestra que por ser de un género determinado se hará mejor la tarea, cualquiera sea el ámbito laboral.

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Una cámara de seguridad del penal filmó al reo y a la jueza Mariel Suárez, besándose.

Jueza a los besos con el reo asesino

Y como muestra bastaría un botón, pero son muchos los casos donde las mujeres de la justicia mostraron las hilachas.

El episodio de amor entre la jueza penal Mariel Suárez y el preso condenado a cadena perpetua, Cristian “Mai” Bustos, detenido por el crimen de un bebé al que le fracturó la columna a golpes y que luego mató al policía que fue a arrestarlo.

Una cámara de seguridad filmó al reo y a la jueza besándose, abrazándose y haciéndose selfies en una sala del Instituto Penitenciario de Trelew (provincia de Chubut). Como si fuera poco, esta jueza había participado en su juicio y fue la única que votó en disidencia, pidiendo una pena leve para el brutal asesino.

La jueza Mariel Suárez, en su defensa, alegó que toda la escena fue parte de un “trabajo académico” que ella realiza, negó un vínculo afectivo. “Yo soy así, naturalmente, soy una persona muy sociable. Me relacioné con este detenido por un tema laboral”, apuntó.

“Conducta inadecuada” de la jueza

El sector de encuentro de la cárcel posee cámaras y por eso se vio que la jueza y el recluso comenzaron a tener contacto físico, abrazos y besos en la boca.

“Soy juez penal, pero también soy una persona y no soy tonta. Yo sé que en los lugares de detención hay cámaras, porque aparte los visito continuamente. Entonces, no voy a ir a exponerme”, planteó la magistrada. Sin embargo, al otro día, fue de nuevo a visitar al detenido, estuvo dos horas con él y esta vez, se encargó de que no hubiese ninguna cámara filmando.

Suárez fue destituida en 2013 pero fue restablecida tras presentar un recurso de amparo contra el Consejo de la Magistratura en 2015. Había sido acusada de “liberar presos por teléfono”.

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Lucio Dupuy murió asesinado a manos de su madre y la novia de esta. La jueza que actuó lo hizo bajo los lineamientos que imprime el colectivo feminista.

El Crimen del niño Lucio Dupuy

Otro caso donde una jueza quedó mal parada y expuesta fue el del niño Lucio Dupuy, asesinado a manos de su madre y la novia de esta. La magistrada que actuó bajo los lineamientos que le imprime el colectivo social feminista sería la jueza María Anahí Brarda.

Al respecto, Roxana Kreimer, una de las  intelectuales que se atreve a remar contra la corriente del feminismo  y el riesgo del prejuicio sexista contra los varones en la justicia, se refirió al caso. “En la Justicia no debería haber una sola perspectiva de género”, dice y agrega: “Acá (en el caso Dupuy) se perjudicó a los varones, al niño, al padre y al tío del niño asesinado”.

Explica que la ley siempre ampara a la madre. “La Policía decía ‘mientras esté con la madre va a estar bien’”. El caso despertó polémica y no faltaron las lecturas “con perspectiva de género”.

Sobre el feminismo hegemónico, Kreimer sostiene que se está formando a toda una generación de abogados en el quebrantamiento de garantías constitucionales, como la igualdad ante la ley o el derecho a una legítima defensa. Y eso no es justicia, es ideología y política.

El feminismo sostiene que la justicia es patriarcal

“Perspectiva de género no debería haber solo una, por la sencilla razón de que géneros hay dos, cada uno de los cuales suele tener sus problemáticas particulares”, aclaró la intelectual que es Licenciada en Filosofía y Doctora en Ciencias Sociales.

Y tiene razón: en el caso Dupuy hubo una jueza sesgada, que adoptó un prejuicio sexista a favor de las madres, en lugar de evaluar las necesidades del niño y las características de cada progenitor.

Proliferan denuncias falsas de mujeres

El feminismo hegemónico sostiene que el número de denuncias falsas resulta insignificante, pero es porque solo tiene en cuenta los pocos casos en los que se investiga si se trató de una denuncia falsa. “Si las mujeres no mintieran, no serían seres humanos”, subrayó.

“Los pilares de la democracia se ven afectados cuando el “yo te creo, hermana” invierte la carga de la prueba y el hombre es considerado culpable por el mero hecho de ser hombre, afectando la presunción de inocencia, el derecho al honor y una legítima defensa”.

domenech
Se comprobó que la denuncia contra el periodista Sebastián Domenech era falsa.

Caso Sebastián Domenech

El drama que vive el periodista Sebastián Domenech es otro ejemplo: “Hace seis años no veo a mis hijos y tengo miedo por ellos, no van a la escuela y no sé cómo están”, contó a la prensa.

El cronista de TN contó su lucha por recuperar a sus mellizos de 11 años. Hace seis años que no ve a Carolina y Maximiliano, sus hijos mayores de once años, luego de que su ex mujer le hiciera una denuncia y la Justicia pusiera una restricción: “Decía que le había pegado a uno de mis hijos. Se comprobó que era falsa. Cuando hay una acusación así, la justicia de Familia activa protocolos y restricciones; y ahora, la cautelar sigue vigente, seis años después”.

Domenech espera que la jueza le levante la restricción. “Así de fácil es mentirle a la Justicia de Familia y denunciar cualquier cosa. En mi caso, lo anunció y lo hizo. La frase es contundente: ‘Algo voy a armar’ (una causa)”, le dijo su ex en un audio de conversación.

Pero ante la prueba y el nuevo descaro, la jueza de la causa resolvió: “Disponer la prohibición de difundir por cualquier medio de comunicación audio-visual datos relacionado con la causa bajo apercibimiento de pasar las actuaciones a la Justicia Penal y acusarlo del delito de desobediencia”.

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Quienes imparten justicia no deberían tener un mirada sesgada ni ideológica ya que afecta la equidad.

Culpables hasta que se demuestre lo contrario

Otro caso testigo de que ser mujer no es sinónimo de garantía de Justicia, es el de Fabián Gianola, donde la Justicia desestimó las denuncias de dos mujeres en su contra por falta de mérito. Sin embargo la fiscal Mariela Labozzetta apeló y ordenó igual el procesamiento del actor.

La fiscal sostiene que la resolución de “falta de mérito” desconoce que en los delitos contra la libertad sexual debe tenerse un criterio amplio en la valoración de la prueba, dado que generalmente se cometen en la intimidad. Y agrega que dicho hecho criminal no puede derivar en la impunidad por el solo hecho de no contar con testigos que hayan visualizado el suceso ilícito. Para la fiscal feminista “es obligación del sistema de justicia valerse de todos los elementos probatorios antes de fallar”. O sea, para qué ir a juicio, si con la denuncia basta para condenar.

La fiscal fue más lejos y sostuvo que es incorrecto pensar que los abusos sexuales son cometidos solo por personas perturbadas. “La realidad muestra que la mayoría de los abusos sexuales son cometidos por personas conocidas, a las cuales se las consideran dignas de confianza y con una apariencia de extrema normalidad”. Partiendo de esa premisa todo hombre sería un abusador.

Son tiempos difíciles los que corren; y si la Justicia no está a la altura, pronto todo será una cacería de brujas (o de brujos).

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