Promesa de Macri incumplida. El changarín Walter Monzón, quien había salvado a una pequeña de ahogarse en el río Gastona en enero pasado, se quitó la vida en Mendoza, víctima de una depresión y sin ver cumplida una promesa del propio Presidente.

Una hazaña y varios compromisos

Como si su destino hubiera estado atado al de aquel gran boxeador argentino con el que tenían en común el apellido, Walter Monzón, no pudo eludir ese destino trágico que le estaba reservado por esas cuestiones caprichosas del destino.

A pesar de haber saltado a la notoriedad por salvar a una pequeña de ahogarse en las turbulentas aguas del río Gastona, y por ese acto haber recibido el reconocimiento de miles de personas, el changarín atravesaba un difícil momento económico como muchos argentinos.

En aquella oportunidad, el presidente Mauricio Macri, lo llamó por teléfono y le prometió que le darían trabajo en la municipalidad de Concepción. Esa promesa, que le iba a dar una estabilidad buscada, dio esperanzas a este hombre que demostró coraje y amor por el prójimo.

Promesa de Macri

“Hola, Walter. Soy Mauricio Macri, ¿cómo andás? Te llamaba para felicitarte y decirte que fue muy lindo lo que te sucedió, lo que hiciste, cómo reaccionaste. Es algo muy lindo ver ese espíritu solidario sumado al coraje que tuviste para tirarte de ese puente a buscar a la nena”, le había dicho Macri en aquella comunicación.

Fue una de las tantas promesas vacías que le hizo a millones de argentinos que veían en su llegada a la Presidencia un cambio para mejor.

La actual situación crítica tocó en lo más profundo la sensibilidad de Walter Monzón, quien cansado de esperar en vano el cumplimiento de aquella promesa de trabajo y de construcción de un módulo habitacional emigró a la provincia de Mendoza.

Allí, sumido en una profunda depresión, se quitó la vida el pasado fin de semana.

Sin trabajo y desesperado

El changarín había tomado la decisión de irse a Mendoza a participar de las cosechas tradicionales de esa región. Había ido a visitar a una hermana, que en la noche de la fatídica decisión le había cocinado su plato favorito.

Estaba bajoneado pero nada hacía suponer que iba a saltar hacia las manos de la muerte, casi sin pensar, como en aquel 11 de enero cuando se lanzó desde el puente para salvar a esa pequeña en peligro.

La vida de Monzón no había sido fácil, desde su llegada de la provincia de Chaco. Según las personas allegadas, cargaba con la condena de un hermano que había asesinado a un policía.

Sin embargo, trataba de salir adelante, como en aquella soleada jornada de enero en que había estado cortando césped con su bordeadora para juntar dinero que le permitiera celebrar con dignidad el cumpleaños de su hija, Antonella, de 8 años.

Ni siquiera en eso le colaboraron los funcionarios que tanto le prometieron y que lo hicieron hablar por teléfono con Macri.

Admiración y amistad

Su acto heroico había sido captado por la cámara del celular de Natalio Danzo, quien se encontraba en el lugar. El hombre trabó una sincera amistad con Monzón, y no fue sólo el sentimiento de admiración en que quedó aquella relación, sino que Danzo comenzó a ayudarlo en pequeñas pero grandes cosas.

Hizo las gestiones para que se operara de la rodilla, por una lesión que terminó de complicarse en el mismo acto de lanzarse al Gastona. Compartieron empanadas para el cumpleaños de la pequeña Antonella, pero también otros momentos en que la amistad se iba fortaleciendo.

Danzo recordó que el changarín, empapado luego del acto de heroísmo que había protagonizado, no quería acompañarlo en la cabina de la camioneta, porque no quería mojar el asiento. Con la humildad de quien cree que no hizo nada del otro mundo, se contentaba con que lo acercaran en la caja del rodado.

Conoció el mar

Danzo lo llevó junto a él y de ese modo le abrió la puerta a una sincera amistad. Vivió junto a él, el desencanto de las promesas incumplidas de los políticos. También la tristeza de recibir la trágica noticia. Su amigo ya no estaba.

Walter-Monzón-y-el-cartel-con-el-que-lo-recibieron-en-Mar-del-Plata

Sólo se había llevado de este mundo algunos momentos de alegría, como aquella invitación de un matrimonio marplatense, que le cumplió el sueño de conocer el mar. Allá lo recibieron con un cartel que decía: “Bienvenido a Mar del Plata, héroe argentino”.

Quizás en la eternidad lo reciban con un cartel similar en el que su acción valerosa le perdone cualquier error, que como humano sufrido haya cometido. Adiós héroe argentino…

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