La escritora Gladys Abilar en la Feria del Libro de Buenos Aires.
Letras de Fuego / Comentario de libros / Por Manuel Ernesto Rivas*. Compartimos nuestra visión sobre el libro “Crónicas riojanas. Antología de mi tierra”, de Gladys Abilar, escritora nacida en Chilecito, provincia de La Rioja. Una publicación ampliamente recomendable.

Pinceladas universales

Las diversas vertientes de la formación de Gladys Abilar potencian su capacidad narrativa. Ella es narradora, poeta, ensayista, profesora de Música, ingeniera Agrónoma y paisajista. Todo ello construye una personalidad dispuesta a exaltar su lugar, su gente, sus costumbres y tradiciones.

“Pinta tu aldea y pintarás el mundo”, reza aquella frase atribuida a León Tolstoi. Sin embargo, en el arte de pintar con las palabras, Gladys Abilar transforma en un verdadero universo ese entorno que le brinda su amada tierra riojana.

“A mi tierra, que huele a azahares y abraza al cardón. / A mi gente, afable y tenaz como el algarrobo”, dice en dos de las dedicatorias que hace en el inicio de este libro que fluye en historias como en el propio torrente de la sangre.

La autora chileciteña tiene tremendos compañeros en la construcción de la obra, porque luego de la introducción le siguen las “Palabras de un lector privilegiado”, escritas nada menos que por el poeta y ensayista Santiago Kovadloff. Mientras que el aporte pictórico está a cargo de los artistas plásticos Carlos Páez Vilaró y Germán Abilar.

Crónicas con historia

El libro está integrado por las crónicas publicadas, a lo largo de doce años, en el espacio “Rincón Gaucho”, del Diario La Nación. La variedad de estos escritos hace que del lienzo virtual pintado con palabras surja además el movimiento, la música y las palabras.

La escritora nos sorprende, deshaciendo certezas, como en “Caminito” Crónica de un amor prohibido, en donde devela la verdadera historia y ubicación geográfica de aquel “Caminito” del que nos habla el famoso tango.

En esa conjunción de mirada periodística nos cuenta sobre un pueblo, Aicuña, con alta concentración de albinos en su población. Sin hacer alarde, con la simple y a la vez compleja construcción, va desandando una crónica en la que la investigación emerge y se sumerge llevando de la mano a la curiosidad del lector.

Las tradiciones no están ausentes en esta obra cuando habla de “Pesebres de Chilecito. La Navidad y sus tradiciones”. Quienes vivimos en la región del NOA nos sentimos plenamente identificados, cómo no hacerlo si en nuestra querida Tucumán tenemos a Río Seco, capital provincial del Pesebre.

Personalidades riojanas

Las personalidades surgidas a lo largo del tiempo en La Rioja también son tema de sus crónicas. Seguramente responden al orgullo de un pueblo entero. Surgen las historias en torno a Vicente Almandos Almonacid “El cóndor riojano”, aviador que fue héroe en la Primera Guerra Mundial al servicio de Francia y que puso la piedra basal para el surgimiento de Aerolíneas Argentinas; también surge Doña Nocenta Turra de Pisetta, de singular historia con un legado artístico inmenso y un regalo que llegó a los expedicionarios de la Luna. El orgullo por quienes hicieron grande al país, sigue su camino exaltando a Joaquín Víctor González y a Rosario Vera Peñaloza.

Leyendas y tradiciones

Las leyendas se entremezclan con las crónicas de las tradiciones del campo en crónicas exquisitas, porque el pincel de las palabras resulta inagotable en la mano, la mente y el corazón de Gladys Abilar. Se desgranan las crónicas relacionadas al juego de la taba, la yerra, la doma, la carneada, la chaya riojana, junto a leyendas de la Salamanca riojana, el Mikilo, el Viento Zonda y el Familiar, entre otras.

Los testimonios del glorioso pasado quedan grabados en un mármol imperecedero, como el Cable Carril Chilecito – La Mejicana, o El olivo histórico. Padre de la olivicultura nacional. Todos los sentidos se ponen al servicio de la transferencia al lector, que siente vivir una sucesión de historias que bien pudieran ser las de su propia tierra. Con la potente similitud en nuestra querida región del Noroeste, de tener las montañas al oeste. Chilecito y su Famatina, Tucumán y las elevaciones del Aconquija. Mirar hacia el poniente y ver como el sol se recuesta en una cuna enrojecida y cálida es una magia universal que se multiplica en un sentimiento no dicho, en estas crónicas exquisitas, para degustar en la tranquilidad del reposo del cuerpo y del alma.

*Fundador y director de Diario Cuarto Poder y Letras de Fuego Ediciones. Profesor en Letras e Historia, periodista y escritor.

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