No fue un banderazo. O sí. Más bien, todo lo contrario. Porque en esa gesta colectiva, la del banderazo, sólo hay muestras de apoyo. Pues bien, esta vez no, aunque a la distancia pudiera verse como algo similar…

Los trapos eran bien distintos esta vez. Pero la consigna, la de siempre. Como sucedió en Buenos Aires, como sucedió en Palestina, ahora la protesta se aproximó al corazón mismo de la Selección, en Cataluña, en las mismísimas cercanías del campo de deportes del Barcelona. ¿Qué pasó?

Un grupo de adherentes a la causa Palestina, de la peor manera, llevando camisetas argentinas bañadas en sangre, pisando la 10 de Messi incluso, se quejaron por la futura presencia de la Selección de la Pulga y Sampaoli en Israel, donde este sábado jugará un amistoso en Jerusalén, la última prueba antes de viajar a Rusia.

¿Las causas del disgusto? Ellos condenan el encuentro porque consideran que es un apoyo para “normalizar” la ocupación de Jerusalén Este, parte de la ciudad ocupada por Israel desde 1967, anexionada de manera unilateral en 1980 y que los palestinos reivindican como futura capital de su Estado. Además, el partido se disputará en el estadio Teddy Kolek de Jerusalén. El barrio de Malha, donde se encuentra el estadio, era una aldeapalestinaque fue desalojada durante la guerra árabe-israelí de 1948.

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