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Lo que comenzó como un caso menor de narcomenudeo en Famaillá terminó revelando una red de tráfico internacional de drogas y armas. Lucas Córdoba, de 35 años, fue detenido en mayo de 2024 con casi un kilo de cocaína y un arma de fuego. Sin embargo, en lugar de quedar preso, cumple arresto domiciliario por supuestos problemas de salud.

Un narco grande

Semanas después, el análisis de su iPhone 15 Pro Max mostró que Córdoba no era un simple distribuidor barrial, sino un proveedor mayorista que cotizaba hasta U$S 5.000 por kilo de cocaína, traída desde Bolivia, Perú o Colombia, según sus propias conversaciones. También comercializaba marihuana Creepy de origen colombiano y habría incursionado en la venta de armas de fuego. Aun así, la Justicia ordinaria se negó a declarar su incompetencia y el caso sigue sin pasar al fuero federal.

El expediente comenzó tras una denuncia anónima de un vecino. La División Unidad Operativa Federal Concepción, bajo instrucciones del fiscal Diego Hevia, investigó al sospechoso, quien operaba con ayuda de familiares. Dos allanamientos permitieron secuestrar droga, un arma y finalmente detener a Córdoba.

Grandes cargamentos

El hallazgo clave llegó más tarde, cuando el teléfono del acusado fue analizado por el Equipo Científico de Investigaciones Fiscales. Ya bajo la dirección del fiscal Carlos Sale, las pericias revelaron que Córdoba negociaba cargamentos de hasta 10 kilos de cocaína, escondía la droga en los torpedos de autos y manejaba contactos con múltiples compradores.

También encontraron fotos de dinero en efectivo, imágenes de armas y chats comprometedores. Con esta nueva evidencia, Sale pidió sin éxito que se revocara el arresto domiciliario y que el caso pasara a la Justicia Federal. Ninguna de las solicitudes fue aceptada.

El caso de Córdoba refleja el fenómeno que las autoridades llaman “la Ruta de los Valles”: un corredor geográfico por donde jóvenes menores de 50 años, inicialmente ajenos al radar judicial, se transforman en proveedores regionales de estupefacientes. El fiscal Sale aseguró que Córdoba “ya no es un caso de narcomenudeo” y que la escala de sus operaciones pone en riesgo procesal su permanencia en libertad.

Frustrado por las negativas judiciales, Sale cambió de estrategia: busca acelerar el juicio por comercialización de drogas, con la intención de que al menos reciba una pena efectiva de prisión.

En Famaillá, la detención no generó demasiada sorpresa. “Hay muchos jóvenes que crecieron rápido. Tenían contactos con todo el mundo, desde políticos hasta policías”, comentó María del Carmen Figueroa, vecina de la zona.

Córdoba era conocido por ser fanático del audiocar y por tener un quincho cerca de la ruta 38, que alquilaba para fiestas. “Cuando nos enteramos que lo habían encanado por drogas, pensamos: en esta ciudad ya no hay margen para sorprenderse”, dijo Eugenio Flores.

Mientras tanto, Córdoba sigue en su casa, esperando ser juzgado, con un expediente que, según las pruebas periciales, desborda la calificación de narcomenudeo.

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