Alberto Fernández le cerró la puerta a los reclamos de la titular de las políticas de género, que condenó la actuación de las fuerzas de seguridad en Villa Mascardi. En cambio, defendió la permanencia de Aníbal Fernández. Ahora evalúa perfiles para reemplazarla.

Tras la inesperada salida de la ministra de Mujeres, Elizabeth Gómez Alcorta, que renunció al Gobierno con fuertes críticas contra el operativo ordenado por su par de Seguridad, Aníbal Fernández, en Villa Mascardi, la Casa Rosada debate por estas horas la eventual degradación de la cartera al rango de secretaría. Más allá del enojo con la ex funcionaria, en un contexto económico complicado, mientras Hacienda intenta ajustar las cuentas públicas, no descartan ninguna opción.

El Presidente, que desestimó los planteos de la funcionaria, quiere mantener en alto, aunque sea en las formas, la bandera de la igualdad de género. Al fin y al cabo, fue uno de los principales estandartes de su gestión durante el primer tramo de su mandato. Pero, al mismo tiempo, escucha los planteos de algunos de sus colaboradores sobre la subejecución del Ministerio en lo que lleva desde su creación, hace tres años, y sobre la necesidad de aprovechar la salida de Gómez Alcorta para ajustar las cuentas públicas en la crisis.

Las miradas no son unánimes. Hay quienes señalan que rebajar el ministerio cuando los índices de femicidios siguen intactos sería darle la espalda al sector del movimiento feminista que apoya al Gobierno. “Falta sólo un año. No hay que degradar nada ahora”, dijo un funcionario del entorno del primer mandatario. “Ni siquiera se está evaluando”, agregó otro ladero.

Gómez Alcorta cuestionó el accionar de las fuerzas de seguridad en Villa MascardiGómez Alcorta cuestionó el accionar de las fuerzas de seguridad en Villa Mascardi

Sin embargo, algunos ministros admitieron que el Presidente escucha, mientras decide, algunos pedidos para que se baje el rango y, en consecuencia, se ajuste el gasto en lo que queda del 2022 y el 2023. La discusión sobre el formato que tendrá el área está en marcha, y sólo a partir de una resolución de esa encrucijada el Presidente podrá decidir quién reemplazará a Gómez Alcorta, ya sea en calidad de ministra, o de secretaria.

Como es habitual, la Casa Rosada se reserva los nombres bajo análisis para el reemplazo. Cerca del Presidente, acostumbrados a las inquietudes de la prensa posteriores a los -ya numerosos- cambios de Gabinete, pidieron inclusive que no se hicieran consultas y, dejaron saber que Alberto Fernández se tomará al menos el fin de semana largo para decidir.

Sin embargo, en Gobierno ya elucubran cómo se llenará el espacio vacante, y miran la lista de candidatas para ocupar el cargo que se había formado extraoficialmente en 2019. Entre ellas figuraba Victoria Donda, la actual titular del INADI, pero en Balcarce 50 la descartaron de lleno por su mala imagen, en especial tras el escándalo con su empleada doméstica a comienzos de 2021.

También se menciona el nombre de Dora Barrancos, referente feminista, que desde el comienzo del mandato de Alberto Fernández ocupa el cargo de asesora presidencial. Muy activa dentro del Frente de Todos, en el último acto porteño importante que organizó el peronismo con La Cámpora en el Parque Lezama fue una de las principales oradoras, y habló del atentado contra Cristina Kirchner en clave de género. Ante una consulta de este medio, prefirió no hablar.

Teorías conspirativas

La ministra le comunicó a Alberto Fernández su decisión de dejar el Gobierno personalmente, el jueves por la tarde, en Olivos. El Presidente se encontraba, en ese momento, con su canciller, Santiago Cafiero, preparando la presentación del día siguiente ante la ONU, y la recibió en privado. Según pudo reconstruir Infobae, escuchó sus planteos sobre la actuación de la Policía Federal en Villa Mascardi y “la contuvo”, dijeron en el círculo presidencial, pero “no pudo retenerla” a pesar de que “lo intentó”.

Otras versiones indican que no era la primera vez que Gómez Alcorta le hacía llegar su incomodidad desde que escaló el conflicto en el Sur, y que el primer mandatario le cerró la puerta a sus reclamos. En cambio, privilegió a Aníbal Fernández, su ministro de Seguridad y uno de los pocos referentes fuertes del Gobierno que aún responden a su mando directo, un bien simbólico preciado en la Casa Rosada en la interna incesante con Cristina Kirchner.

Sin respuesta a sus quejas, el viernes por la mañana, en una carta dirigida al Presidente, Gómez Alcorta dejó su cargo públicamente, con una fuerte denuncia sobre la violación de los derechos humanos de las mujeres detenidas durante el operativo de las fuerzas federales en Villa Mascardi. “Con este hecho se ha transpuesto un límite”, lanzó.

En los altos mandos de la administración nacional, algunos funcionarios evaluaron que estaba decidida de antemano a dejar su rol, y que utilizó los incidentes en Villa Mascardi como excusa. Según dijeron, hace tiempo se encontraba incómoda en el Gabinete, donde su gestión era cuestionada en forma generalizada por distintos motivos. Entre ellos, la sub-ejecución del presupuesto, el tipo de acciones que impulsaba, la “falta de resultados”, y el bajo perfil de sus actividades. “Estaba más ocupada por la superestructura que por el territorio”, resumió un alto funcionario.

Por el contrario, otro importante miembro del Gabinete, aunque también se mostró crítico de la forma de administrar el Ministerio de la Mujer, señaló que “Eli”, como llaman a la referente feminista en la Casa Rosada, no tenía planeado dejar su rol, sino que su salida fue forzada por una “operación en los medios” impulsada por uno de sus pares. Las teorías conspirativas se propagaban por estas horas en la sub-interna palaciega del Gobierno

En la Casa Rosada recibieron la salida de Gómez Alcorta con una mezcla de alivio y malestar. Según señalaron, la ministra no tenía buena relación con sus pares, ni siquiera con otras funcionarias que defienden las banderas del género. Pero consideraron “infantil” que dejara el barco por acciones que “ni siquiera fueron decisión del Gobierno”, en referencia a la detención y el traslado de las mujeres. “Fue una orden de la jueza, no de la fuerza”, se defendían, esta tarde, en el gobierno nacional.

Alberto Fernández, dijeron sus íntimos, lamentó su salida. Él mismo había nombrado a la titular de Género, a pesar de los cuestionamientos por su vínculo muy cercano con Milagro Sala. Y ella, a su vez, había superado varios disgustos, como la decisión de Alberto Fernández de no indultar a la dirigente de la Tupac Amaru, y el nombramiento al frente de la Jefatura de Gabinete del gobernador de Tucumán, Juan Manzur, que rechazaba la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).

Sin embargo, el principal impacto de la renuncia no fue por el peso de la -ahora ex- funcionaria, sino por la incontenible sangría a la que se ve sometido el Presidente. En definitiva, en los últimos tres meses debió cambiar tres ministros, mientras se aproxima la dimisión de Juan Zabaleta en Desarrollo Social, y cuando Claudio Moroni, de Trabajo, se encuentra en la mira directa del kirchnerismo.

 

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