El abuelo lo habría atacado varias veces. Y en los tribunales de la provincia el caso no avanza.

El chiquito empezó con tics y movimientos raros cuando tenía 2 años. Su papá lo llevó a un psicólogo que no vio nada, y a un especialista, porque llegó a pensar que podría padecer autismo. A los 4 años finalmente el nene pudo hablar: “el abuelo me mete el dedo en la cola”. Las palabras fueron corroboradas por su pediatra y los médicos que lo revisaron en el hospital del Niño Jesús. Desde entonces el nene vive con su papá, que denunció a este abuelo y a la mamá del nene, por saber de los abusos y no intervenir.

La madre, hija del abusador, reclama su tenencia, apoyada por una jueza de familia que busca imponer la revinculación con esta mamá que el nene grita que no quiere ver. Ya dijo en Cámara Gesell que era ella quien lo llevaba con el abuelo, que veía cuando le hacía esas cosas feas, y que nunca lo defendió. La madre no ha seguido los tratamientos psicológicos que aconsejaron los especialistas.

El papá del nene y su abuela hace años batallan contra la justicia local. Han denunciado a la jueza y han llegado hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos. No son los únicos que protestan por “los amiguismos” y “los arreglos” de la Justicia en Tucumán. De hecho víctimas y familiares de víctimas de 33 causas diferentes han pedido al Ministerio de Justicia de la Nación que mande veedores. Ya han viajado dos y, aseguran, fueron quienes lograron destrabar la causa del asesinato de Paulina Lebbos, que tenía 23 años y una hija de 5 cuando el 26 de febrero de 2006 desapareció. Había ido a un boliche de San Miguel de Tucumán, pero su cadáver fue encontrado 13 días después en una ruta a 30 kilómetros. Su padre siempre acusó a “los hijos del poder” y a la protección policial. El jucio oral empezará en febrero.

“Angela Rossana Martínez de Albarracín es la Jueza de Familia de la VII Nominación, que en clara connivencia con el Juez Juan Francisco Pisa, de la III Nominación y actualmente sospechado en el expediente bajo auditoria de la Nación, convalidó actos contrarios a toda razón y justicia, ordenando visitas a pesar de la negativa y resistencia del niño a ver a su madre a quien acusa de no haberlo protegido”, dice Julio César Ruiz, de Adoptare, una fundación que está apoyando a la familia paterna. La jueza Martínez fue denunciada ante la Superintendencia de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán y ante el Colegio de Abogados por “manifiesta parcialidad, malos tratos e intimidación”.

“Las respuestas a este atropello del niño por parte de la jueza Martínez quizá sea tan sólo la punta del iceberg de un grupo de funcionarios amigos de un Poder Judicial confeccionado para lograr impunidad”, dice Ruiz, quien señala que este abuelo abusador fue un alto funcionario de José Jorge Alperovich, gobernador de Tucumán entre 2003 y 2015.

El abuelo es arquitecto y fue Director de Obras Públicas de Tafí del Valle. Cuando nació su nieto, su hija tenía 18 años y logró que los dos vivieran en su casa (los papás del nene nunca vivieron juntos en pareja), donde después habrían ocurrido los abusos.

En los informes psicológicos se desliza que tanto la esposa de este abuelo como su hija habrían sido víctimas de la violencia de este hombre, y luego quienes obligaban al chiquito a callarse la boca y no decir nada.

La mamá estuvo imputada como partícipe secundaria, pero un “error judicial” la dejó fuera del juicio, ya que los argumentos de su imputación hablaban de partícipe necesaria. Ahora la denunciaron por encubrimiento. Su padre sí enfrentará el juicio como autor de abuso sexual. El abogado que defiende a la familia de los imputados es Facundo Maggio, muy conocido en Tucumán, ya que es el defensor de los curas del Arzobispado y de varios militares de la dictadura involucrados en la mega causa por delitos de lesa humanidad.

Al parecer, las víctimas y sus familiares están armando una suerte de árbol genealógico. Es que, aseguran, hay muchos nombres de jueces, fiscales y peritos que suenan familiares, que son matrimonios, tíos, sobrinos, hijos. Una suerte de árbol genealógico de “la familia judicial tucumana”.

Fuente: Clarín

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