La tradicional celebración de la Iglesia Católica por el aniversario de la Revolución de Mayo de 1810 y la conformación del primer gobierno patrio fue presidida desde las 11 por el arzobispo, Carlos Sánchez, en la Catedral de Tucumán.

Este año, debido a las medidas sanitarias adoptadas por la pandemia de coronavirus, en el templo sólo estuvieron presentes el gobernador, Juan Manzur y su esposa, Sandra Mattar.

Luego del mensaje religioso, Manzur expresó: “este es un 25 de Mayo atípico. Hoy en nombre de todos los tucumanos participamos de la misa y me llevo el mensaje del monseñor Carlitos. Habló de la solidaridad y de la esperanza”.

El Mandatario señaló que el principal legado que “hoy tenemos es redoblar los esfuerzos y cuidar a nuestra gente. Proteger a los grupos sociales más vulnerables que es la gente que más lo necesita. Hoy estamos viviendo una situación muy difícil, inédita. Es lo que nos toca y hay que privilegiar la vida que está por arriba de todo. Ver de qué manera se va flexibilizando de a poco para cuidar la economía y dar trabajo”.

Sánchez expresó a la prensa que sus palabras tuvieron el espíritu de “alentar en la esperanza. Una situación como la actual no nos puede aplastar. El señor nos dio inteligencia, voluntad y libertad. Tenemos la inteligencia para que la ciencia pueda ir descubriendo el remedio a esta pandemia. El Señor nos dio inteligencia para que los médicos nos enseñen cómo preservarnos, cuidarnos y poder prevenir. Para dialogar y tratándonos como hermanos e ir saliendo de esta situación. Que esto no sólo sea un momento doloroso, sino donde hagamos pie para salir. Tenemos un montón de riquezas y valores en nuestra patria. Eso es lo que hay que ponerlo en común, crecer en fraternidad. Todos estamos llamados a vivir con dignidad y no podemos pasar indiferentes frente al que está sufriendo”.

El Arzobispo sostuvo que la Iglesia Catedral celebró una misa sin público, “con el templo cerrado y usando los medios de comunicación para llegar a todos. Tuvimos que buscar la forma, creativamente, de llegar a los otros con el mensaje evangélico y con los gestos de caridad en los comedores y en los hogares. Los tucumanos tenemos el don maravilloso de la solidaridad y lo tenemos que trabajar de forma sostenida en el tiempo. No tan solo en tiempos de crisis”.

Sánchez concluyó, haciendo referencia al cierre de los templos: “el 18 de marzo decidí que los templos estén cerrados. Todavía no hemos abierto y estamos conversando con las autoridades sanitarias para ver si podemos dar o no un pasito. Los que saben son las autoridades sanitarias”.

Homilía: las palabras del arzobispo Carlos Sánchez

Hoy nos unimos en oración por nuestra Patria Argentina para dar gracias a Dios por esta bendita tierra en la que vivimos, tan variada en sus paisajes, en sus riquezas y en los valores de nuestra gente. Pero también y especialmente, nos unimos para suplicar al Seños de la Vida y de la Historia, que nos libre de esta pandemia que azota a toda la humanidad y a nosotros los tucumanos del dengue y de otras muchas epidemias que amenazan la vida y la salud de nuestra sociedad.

Esta situación sanitaria nos ha sorprendido, nos ha angustiado, nos ha hecho descubrir que somos frágiles, que muchas veces hemos puesto nuestras seguridades en lo superficial y pasajero.

Nos ha hecho detenernos, parar obligadamente; nos ha hecho volver a casa, a descubrir el valor de la familia, de los vínculos e igualmente nos ha hecho visibilizar que hay tucumanos que no tienen casa, familia, salud, trabajo, ni oportunidades.

Hoy le suplicamos al Señor que nos conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que nos permita conocerlo verdaderamente y conocer lo que él quiere enseñarnos en esta situación, que nos desconcierta; porque la vida se ve amenazada por todas partes y sin distinción y, a la vez, nos despierta para que busquemos la forma de cuidarnos a nosotros mismos, y de cuidar a los otros y cuidarnos todos.

Esta situación sanitaria he puesto en evidencia muchas enfermedades que sufrimos desde años: la indiferencia, la corrupción, la injusticia, los egoísmos, la ambición, la violencia, la inseguridad, y la falta de respeto por la vida, la falta de oportunidades, la ceguera, la sordera y la invalidez que destruye los vínculos.

Pero también ha puesto en evidencia muchos valores que tenemos, principalmente el valor de la vida como valor esencial, único e inviolable, que debe ser custodiado siempre y en todas formas, en todas las situaciones y circunstancias y etapas del ser humano, especialmente en los más frágiles y vulnerables. El valor del hogar, la familia, el trabajo, la solidaridad, el servicio, la creatividad, el sacrificio y la responsabilidad social y comunitaria.

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