Más de 35 mil gargantas coparon el Tomás Ducó. Todas de River. Todas apoyando. Y todas impulsadas por un color y un calor intenso, por una pasión de esas que a veces determinan historias. Adentro, un rival muy diferente al de la fecha anterior. No se trataba de uno -el único- que no había ganado aún en el torneo, se trataba de uno -el único- que aún no perdió.

Sin embargo, el desenlace no fue otra cosa que un eslabón más en la cadena del funcionamiento que viene exhibiendo River, un equipo que a esta altura del semestre carga con el síndrome del segundo tiempo.

Claro que no es para volverse loco, como dice el propio Gallardo. Claro que River tiene, potencialmente, un buen equipo. Que cuenta con buenas individualidades, y en todas las líneas. Que se han ido consolidando jugadores gracias al enorme respaldo que les ha dado el técnico, tales los casos de Augusto Batalla, Ignacio Fernández, Gonzalo Martínez o Sebastián Driussi. Es cierto, además, que este insólito torneo de treinta equipos aún no llegó al 30 por ciento de su recorrido y que todavía queda lejana la zona de definición. Cuando el entrenador pueda contar con todos aquellos que están lesionados, además, hallará más argumentos para consolidar una idea de juego que ya ha dado grandes satisfacciones. Y no es lo mismo, naturalmente, manejar la pelota y ser superior durante la mayor parte del tiempo ante el líder invicto que frente a un conjunto de menor relieve. Pero el síndrome del segundo tiempo está ahí, y empieza a ser un caso para el diván.

En 7 de los 15 partidos que River lleva disputados en el semestre (nueve por el torneo local, cuatro por la Copa Argentina y dos por la Recopa), el triunfo que comenzó a construir en el primer tiempo se evaporó en la segunda etapa. Si la chapa final indicó 1-1 esta vez con Estudiantes , en la fecha anterior sentenció un molesto 2-2 tras haber ido 2-0 arriba. La acumulación de lesiones más la expulsión del juvenil Gonzalo Montiel de golpe abrieron aquella vez la puerta de un empate impensado. La derrota en Paraná, con Patronato, había dejado instalada una preocupación mayúscula porque, al margen de la caída sobre la hora, había sido acompañada por un rendimiento extremadamente bipolar entre la primera y la segunda etapa. Esta vez eso no sucedió y es una buena señal para Gallardo, que ahora -por el paréntesis que abren las Eliminatorias- tendrá dos semanas para recomponer todo. Cuando se reanude el campeonato, ante Newell’s en Rosario, el DT no podrá contar con Leonardo Ponzio, que llegó a la quinta amarilla. El sábado podrá ensayar en el amistoso con Olimpia, en La Plata.

Si más de uno en medio de la multitud se fue conforme al desandar el camino por Alcorta o por Luna, fue porque se consideró el valor del adversario. Este Estudiantes que llega poco y lastima mucho viene protagonizando un proceso inverso al de River. En el segundo tiempo revive. Que lo diga Racing, sino. O que lo diga San Lorenzo. O Central. O ese cartel de invicto que es toda una jactancia; una rareza para los demás.

Fuente. Canchallena.com

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