El Lejano Oeste revive en Tucumán, todos los días

Por Fabián Seidán para Diario Cuarto Poder. Parece una vieja película de “wéstern”, pero es Tucumán. La inseguridad no da tregua en la provincia y ni la policía ni la justicia saben qué hacer para, al menos, frenar la violencia y las muertes. Lo Malo y lo Feo se apoderaron de las calles; lo Bueno… siempre está por venir.

Como en el Lejano Oeste

El famoso director de cine Sergio Leone se debe estar revolcando en su tumba. Sí, porque después de 54 años de rodar “El bueno, el malo y el feo”, un remake de su película está más vigente que nunca en Tucumán; aunque -claro- algo ha cambiando: Ya no andan a caballos sino en motos, y los viejos fusiles Winchester y pistolas Colt, cambiaron por una 38, una 9 milímetros o una tumbera.

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El resto sigue igual: delincuentes por doquier, asesinatos a mansalva, robos, asaltos y tiros a toda hora. A la escena hay que sumar la ausencia de policías, fiscales y jueces, lo que genera la esporádica aparición de algún solitario justiciero o de hordas de vecinos enardecidos tratando de hacer cumplir la ley por mano propia. (Ya lo vimos esta semana con el caso del “Culón”).

Delincuentes modernos

Ya no roban diligencias, ni bancos en pueblos remotos, sino a motociclistas que van o vuelven de sus trabajos; o a jóvenes, mujeres y ancianos cuando salen de compras o aguardan el colectivo.

Sí, son otros tiempos. Pasó casi un siglo y medio de ese “lejano Oeste” que ocurrió en otras latitudes, pero que “importamos” a nuestra tierra. Porque aquí somos campeones para copiar todo lo malo.

Una película icónica

La película “El bueno, el malo y el feo”, interpretada por Clint Eastwood (El Bueno), Lee Van Cleef (El Malo), y Eli Wallach (El Feo) parece recrearse en nuestra tierra todos los días con efecto cinematográficos en 5D, porque aquí se puede sentir en carne propia el peligro, salpicar la sangre, oler el polvo y hasta terminar muerto.

La inseguridad no da para más. Todos los planes, programas y medidas que se tomaron desde el Ministerio de Seguridad fracasaron. La prevención del delito es una quimera, pues todos los días y pese a la pandemia y controles callejeros de aislamiento y distanciamiento, los delincuentes siguen saliendo, siguen robando, siguen matando.

No se puede seguir así, sabiendo que nuestras vidas dependen de la “voluntad” de delincuentes: son ellos quienes en cuestión de segundos deciden si vamos a vivir o a morir.

Tucumán: el Lejano Oeste

En toda la provincia el delito está presente. Los vecinos temerosos ya no viven en sus casas: se ocultan en ellas.  Somos presos de maleantes que se apoderaron de las calles a fuerza de tiros y desprecio por la vida. Son los mismos que, cuando los capturan, se conoce que contaban con frondoso prontuario.

Y si contaban con frondoso prontuario, la pregunta obligada es saber ¿qué hacían libres?

Y la respuesta está en la Justicia que tenemos (muy parecida a la del “Lejano Oeste”): distante, cómoda, egocéntrica. Y a la Policía: poco comprometida, sin incentivo, nada profesional.

Justicia distante, egocéntrica y cómoda: porque los jueces viven otra realidad a la del ciudadano común. Ellos cuentan con seguridad personal permanente e ingresos económicos tan elevados que los llevan a tener otras preocupaciones, como por ejemplo ¿En qué invertir? ¿dónde vacacionar? ¿si comprar un nuevo terreno, un campo de soja o cambiar el modelo de auto?

Policía poco comprometida, sin incentivo y nada profesional: porque en los últimos años han ingresado a la Fuerza mucha gente que busca en el uniforme encontrar una fuente laboral estable más que por vocación. Muchos, sólo están para cumplir la hora laboral y poder realizar los extra adicional. No les pidan más.

El caso de la niña Abigail

Así quedó demostrado –una vez más- con el caso de la pequeña Abigail Riquel, de tan sólo 9 años. Cuando desapareció de su domicilio en Villa Muñecas, sus padres fueron urgente a buscar ayuda a la comisaría y en el lugar le respondieron que no les podían tomar la denuncia porque debían pasar 24 horas para iniciar la búsqueda oficial. Además, les dijeron que no había personal disponible ni móvil, porque “la mayoría estaba asignado a controles por la cuarentena”.

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Poco después, Abigail fue hallada por sus familiares de la peor manera: muerta a golpes, semienterrada en un descampado y con signos de abuso sexual.

Como ocurre cada vez que pasa un crimen bochornoso, al otro día, de no haber ni un policía en la zona, se llenó de uniformados. Nuevamente la policía demuestra que corre detrás de la tortuga.

El Viejo Oeste está de vuelta

No resulta extraño escuchar, leer o ver noticias a diario sobre persecuciones en moto para robar a motociclistas; asaltos pirañas con malvivientes agazapados detrás de los árboles para atacar a tiros o con piedras; la clásica “arrastradas” de vecinos por parte de moto-arrebatadores.

No, no son indios, ni apaches, ni comanches; son los modernos pistoleros marginales, sin nada que perder ni nada que esperar. Son los que atormentan nuestras vidas a diario y que jueces y policías no saben qué hacer con ellos.

Un problema sin fin: los motochorros

En junio pasado la Legislatura primero y luego el Poder Ejecutivo provincial lograron aprobar una ley contra los motochorros, con exhaustivos controles y altas multas a conductores, en busca de disminuir la cantidad de delitos con este tipo de vehículo.

¿Pero cuántas motos fueron secuestradas por la policía a través de esta normativa desde que se promulgó? Todos los días se ven centenares de motociclistas transgrediendo normas viales básicas y, sobre todo, circulando de a dos o más personas en un mismo rodado.

Lo políticos hacen su parte: dictan leyes y las promulgan. Sólo falta que la justicia y la policía las hagan cumplir.

Jueces que liberan presos

No se puede tener jueces que liberan presos como si nada y que luego todo termine desmadrándose como ocurrió con el caso del “Culón”. Ya lo dijo el vicegobernador Osvaldo Jaldo sobre un juez propenso a liberar delincuentes como a lavarse las manos: “Es grave liberar a 104 presos”.

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Si aún viviera el genial compositor italiano Ennio Morricone, (banda sonora de El Bueno, el Malo y el Feo), seguramente, estaría tentado por venir a Tucumán a ponerle música a sus calles “de película”. Y sería con disparos, silbidos y canto a la tirolesa… Como en sus viejas películas del Lejano Oeste.

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