Alberto Fernández busca eliminar la actualización automática, pero todavía está vigencia en el sector público nacional y en varias provincias. La mayoría de los gremios firmaron paritarias sin este mecanismo y, en su lugar, hay compromisos de revisión por el aumento de la inflación.

A poco de asumir la presidencia, Alberto Fernández, además de solicitarle a la CGT que acepte aumentos salariales fijos a cuenta de futuras paritaria, les pidió una segunda muestra de colaboración con el flamante gobierno peronista: que no reclamen la denominada cláusula gatillo, un mecanismo que fija la actualización automática de los salarios de acuerdo con la inflación, les permitió durante buena parte de la administración de Mauricio Macri que los aumentos quedaran atados al costo de vida. Este tipo de acuerdo fueron la clave para que, por ejemplo, el gobierno bonaerense de María Eugenia Vidal pudiera celebrar acuerdos con los docentes en la provincia.

Los principales popes sindicales aceptaron la propuesta. En primer lugar porque están comprometidos con la gestión del actual mandatario. Y segundo, porque la mayoría de los gremios privados, y sobre todo los grandes, en 2019 no incluyeron cláusulas gatillo en las paritarias.

Lo más parecido a esto fueron las negociaciones en los gremios de Construcción y Sanidad. Allí se pactó un régimen de actualización trimestral según la inflación pasada.

No son cláusulas gatillos en sentido estricto, ya que cada trimestre tienen que volver a negociar, es decir, que el aumento no se dispara automáticamente, pero en la práctica han tenido ese efecto.

En cambio, la inmensa mayoría sí firmaron “cláusulas de revisión”.

Algunas ya se activaron, como en los casos de aceiteros y UTEDyC. Otros todavía no y están en plena negociación, como Comercio, Alimentación o Metalúrgicos.

Por este motivo varios integrantes de la CGT, con quienes había hablado Fernández, entendieron como “innecesario” que él mismo Presidente se expusiera ante los medios sosteniendo que ese mecanismo de la cláusula gatillo era innecesario.

“El Estado está haciendo su parte en todo esto, lo que nosotros necesitamos es que cada uno haga su parte. Tengo mucha confianza en la dirigente gremial. Siento que ellos comprenden la magnitud del problema, dando muestras sobradas de colaboración”, dijo en un claro mensaje al sector sindical durante un reportaje en el canal de noticias C5N.

Antes había expresado: “La cláusula gatillo es un mecanismo de indexación”, y remató “una de las peores cosas que nos ha pasado es la indexación de la economía. Indexar la economía nos va a llevar al peor de los mundos. Lo que tenemos que hacer todos es desindexarla”.

Uno de los más importantes líderes sindicales, no dudó en asegurar que el pedido público del mandatario “es un tiro por elevación para los docentes, sobre todo para (Roberto) Baradel, que ya se reunió con el jefe de Gabinete y no le fue muy bien. A él también ya le aclararon que en el sector público no se cerrarán las negociaciones salariales con la cláusula gatillo, y que las paritarias docentes las cerrará cada provincia”.

Esta visión también tiene su ascendente entre los funcionarios de los gobiernos nacional y bonaerense, según las consultas realizadas.

Se convocará a la paritaria docente nacional -para la semana que viene-, como lo solicitan los maestros, y como se comprometieron Alberto Fernández y su ministro de Educación, Nicolás Trotta. Pero no se fijará allí ningún tipo de incremento salarial. “Nosotros, desde la CGT, apoyamos que cada provincia negocie su propia paritaria docente, no vamos a tolerar ningún aumento a la baja”, aseguran desde la CGT, que monitorean cada paso de Baradel, de ATE y de la CTA.

fuente: infobae

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