El ministro Nicolás Dujovne
Con una suba de 2% en la semana la divisa sigue llamando la atención. La devaluación del real agrega incertidumbre.

Con diferencia de horas, dos informes de bancos estadounidenses sobre la situación de la Argentina sacaban a la luz la incertidumbre sobre el futuro económico del país.

Uno, del Citibank, recomendaba a sus clientes salir de posiciones de Brasil para entrar en activos argentinos a los que considera claramente depreciados después de meses de caída.

El otro banco de inversión, Merril Lynch, aconsejaba reducir las posiciones en activos argentinos ante el alto grado de incertidumbre política frente a las elecciones de 2019.

La devaluación del real brasileño a partir del martes agregó dudas a la situación de los mercados emergentes, que vienen a los tumbos por la crisis de Turquía generada por diferencias fuertes con los Estados Unidos.

La debilidad de las monedas de los países emergentes desencadenó, como viene ocurriendo también desde hace semanas por las dudas que existen sobre la viabilidad financiera de la Argentina, otra suba del dólar y la instalación del precio de la divisa en el circuito mayorista por encima de los $30 ( ya sube 65% en el año).

Uno de los mensajes silenciosos que se emiten desde el Gobierno es que el nivel de dolarización de la sociedad es tan alto que, en algún momento, debería ceder después de un aumento tan fuerte de la divisa. Esa creencia no se condice con la realidad.

En términos brutos, las compras de billetes fueron de US$3.693 millones en julio y las realizaron 1.350.000 clientes, con una suba de 240.000 compradores respecto del mes anterior.

Ese resultado indica que, contradiciendo la lógica tradicional de la economía, cuanto más sube en dólares, hay más compradores, y el mensaje oficial se debate entre la convicción de la necesidad de estabilizar al mercado y la defensa a ultranza de un régimen de flotación que sigue permitiendo subas de 2% en una semana.

La debilidad de los precios de las acciones y el mantenimiento en niveles altos de la tasa de riesgo país son una muestra, también, de que poco habría logrado convencer a los banqueros de EE.UU. la misión que encabezó el subjefe de Gabinete Mario Quintana y de la que participaron el vicepresidente del Central, Gustavo Cañonero, y el secretario de Finanzas, Santiago Bausili.

Entre la devaluación brasileña y el desenlace imprevisible aún del proceso generado por los “cuadernos de las coimas”, al Gobierno se le torna difícil sacar a la luz el plan financiero para 2019.

Lo que falta Según Nicolás Dujovne, contando la plata del Fondo Monetario, el swap de US$4.000 millones con el banco de China y lo que se renovará de Letras del Tesoro (la renovación del 90% de los casi US$1.000 millones que vencieron el viernes fueron la mejor noticia financiera de la semana), todavía le faltan US$ 7.500 millones para cerrar las cuentas hasta fines de 2019.

Para los analistas privados, Dujovne tendrá que conseguir más fondos. Calculan que necesitará entre US$10.000 y 13.000 millones adicionales además de una cantidad importante de pesos para cerrar las cuentas hasta el año próximo.

El ministro de Hacienda está concentrado en bajar el déficit fiscal para cumplir con el Fondo y en conseguir dólares de donde seafrente a un mercado internacional que está cerrado para la Argentina mientras que el presidente del Banco Central hace su juego.

Luis Caputo dice estar tranquilo porque la suba del dólar potencia el “poder de fuego” de las reservas en caso de una nueva embestida cambiaria.

Cada uno atiende su juego, pero el peso se sigue devaluando sostenidamente y la inflación de agosto se encaminaría a repetir otro mes con aumento de más de 3% en el índice de precios al consumidor que esmerilará aún más el poder de compra de los salarios.

El Gobierno está atento a bajar el déficit fiscal y a conseguir dólares, pero los mercados están mirando más al manejo de la crisis y a las derivaciones de los “cuadernos”. Hablan lenguajes muy distintos y no llegan a a congeniar.

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