El salto del dólar y la suba de la tasa vuelven a meter presión sobre la economía real. En los últimos dos meses terminó por enterrarse la expectativa de que este año se rompiera con la maldición de los años pares. Desde 2011 la actividad crece en los años impares —empujada por los recursos que el Gobierno vuelca en la economía para ganar las elecciones— y cae en los pares, cuando ese anabólico desaparece y llega el momento del ajuste.

El 2018 arrancó con datos que hacían prever que la maldición se quebraría. Pero no fue así.

El ministro de Hacienda Nicolás Dujovne admitió días atrás —con el dólar aún en $31— que la actividad caería 1% este año. Ahora las expectativas, cada vez más devaluadas, indican que ni la renegociación del acuerdo con el FMI que Dujovne encarará esta semana, alcanzará para revertir el pesimismo.

Para los analistas, la retracción tendría un piso de 1,5% y dejaría un arrastre negativo que complica las chances de recuperación de 2019.

“En el primer trimestre del año la actividad estaba en segundo piso y va a estar en el tercer subsuelo para fin de año”, anticipa Rodrigo Álvarez, de Analytica.

El vigoroso resultado del primer trimestre, cuando la expansión interanual del PBI era del 4%, amortigua el impacto de la caída de los trimestres siguientes pero no alcanza para salvar el año. “El riesgo es que la recesión se profundice y tengamos un fin de año muy complicado en materia de consumo”, dice Lorenzo Sigaut Gravina, de Ecolatina.

De hecho, las complicaciones ya se hacen sentir. En ciertos supermercados dejaron de recibir algunos productos por falta de precios: los proveedores están pendientes del dólar y no quieren vender a pérdida.

fuente. clarín

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