crimen
El martes, los ex inquilinos de la casa de Chacabuco 59, Alfredo S. y Natalia L., asistidos por los abogados José María Molina y Juan Pablo Bello, presentaron un escrito ante los investigadores en el que dieron su versión de todo lo que sucedió en el inmueble desde febrero hasta que encontraron el cuerpo de una mujer que, se cree, sería Laura Gabriela Picciuto, de quien nada se sabe.
Los por ahora testigos en una trama cada ve más complicada, aportaron muchos datos, pero de su análisis se desprende que estamos ante un caso complejo por donde se lo mire.

Violencia de género, diferencias económicas, indigencia y por el consumo problemático de drogas son algunas de las líneas para lo que algunos ya consideran un misterio como pocas veces se vio en Tucumán.

Loss datos pueden ordenarse cronológicamente desde fines de febrero hasta pocas horas antes de que se produjera el hallazgo de un cadáver en descomposición oculto en una cisterna.

La narración de Alfredo S. y Natalia L. comienza a fines de febrero, cuando contactaron por Facebook a una tal “Carmen” que ofrecía de una habitación en alquiler por $25.000 mensuales. Llegaron a un acuerdo verbal y se instalaron en la casa de Chacabuco 59 el 23 de ese mes.

Los declarantes mencionaron a otras personas desconocidas. Dijeron que en la pieza que les asignaron vivía Daniela, una joven discapacitada que al día siguiente fue ubicada en otra habitación. En el tercer cuarto de la planta alta, vivía un joven al que conocían como Gabriel Q., pero no dieron más datos. También aseveraron que a los pocos días descubrieron que Carmen era Picciuto, a la que llamaban “Gaby” y que vivía en pareja con Facundo S., un joven de 25 años.

La vida en el interior de la vivienda transcurría con normalidad. “Gaby” había contratado Alfredo S. para que realizara un trabajo y hasta le regaló un celular para que estuvieran comunicados, pero ese plan se frustró porque Picciuto les avisó que le habían robado el teléfono días antes.
Los problemas comenzaron a sucederse el 7 de marzo.

Esa noche, el joven vio que habían forzado la puerta de uno de los locales de la planta baja, donde funcionaba una peluquería. Natalia L. le envió un mensaje al celular a Facundo S. Poco después, se presentó Lorena con la Policía y, luego de una fuerte discusión, se retiró del lugar con todas sus pertenencias.

El 8 de marzo, los inquilinos dijeron haber escuchado una fuerte discusión entre Facundo y Gabriela, entre las 20 y 22, que tuvo un abrupto final que se transformó en silencio. Antes, ella le había dado plazo hasta el 10 de ese mes para que se marchara de la casa. Dijeron también que al día siguiente había una pareja desconocida en el lugar.

El 10 de marzo, Facundo le avisó Alfredo que “Gaby” viajaría a Jujuy y que volvería a los dos días, algo que finalmente nunca sucedió. El 11 de marzo el comerciante del otro local les dijo que vio a la pareja de Picciuto retirándose del lugar con un celular. Nunca más volvieron a verlo, según aclararon.
A partir del 13 intentaron en vano comunicarse con el joven, preocupados por el caniche toy que tenía la propietaria. Al parecer, alguien le había dejado un bolso con alimentos y los inquilinos pasaban un recipiente con agua por debajo de la puerta.

Al parecer, los únicos que quedaron la casa fueron Alfredo y Natalia, que siguieron ahí porque no había quién les cobre el alquiler, ya que su situación era desesperante. En abril le cortaron la luz por falta de pago y el joven tiró un cable del medidor del local donde funcionaba la peluquería hasta su habitación para tener energía.

A mediados de abril, según explicaron los testigos, llegó a la vivienda una abogada (en realidad es procuradora) que se identificó como Luciana M. Pidió permiso para examinar la planta alta de la casa, ya que tenía intenciones de alquilarla. Como le impidieron el acceso, la mujer amenazó con llamar a la Policía y al otro dueño de la casa, Luis Fumero, el ex marido de Picciuto. Después de una breve discusión, la mujer les ofreció irse a vivir a otro lugar y una suma de dinero para que abandonaran la vivienda. De ahí en más no ocurrió nada relevante.

El 2 de mayo, Alfredo, que estaba acompañado por Sofía Alejandra Di Gianni, la única detenida por el caso y con la que habría estado relacionado sentimentalmente en forma paralela al vínculo con Natalia, se asustó al escuchar que alguien trataba de entrar a la casa. Al asomarse vió que allí estaban la profesional, Fumero, Isaías M., que se presentó como el abogado del ex de Picciuto y otros tres hombres.

El inquilino se comunicó con el servicio 911 y cuando los policías llegaron, la abogada y el dueño de casa salieron para conversar con ellos durante algunos minutos.

El abogado, según el testimonio que presentaron en la fiscalía, les explicó que “Gaby” se había internado en Monteros por sus problemas de adicción y que estaban tomando posesión de la casa.

Isaías M., aclaró que en realidad ellos habían explicado que la madre la había llevado a someterse a ese tratamiento y que, según tenía entendido, era normal que eso sucediera.

Los inquilinos también pusieron por escrito que ese grupo de personas los invitó a presenciar el estado en el que estaba la casa donde vivía Picciuto. En ese momento descubrieron a los tres hombres que habían visto antes revolviendo todos los roperos.
Dijeron también que la profesional que se había presentado en la vivienda autorizó a Di Gianni a llevarse lo que quisiera porque ellos “tirarían todo”. Durante la siesta y la tarde de ese día, los desconocidos sacaron todo. Entre los elementos que retiraron aparecen libros y documentos que guardaba Picciutto.

Una semana después, en la vivienda se presentó Walter M., quien les explicó había comprado la vivienda donde vivía “Gaby” y uno de los dos locales comerciales y, la abogada, otra parte de la casa. Primero ofreció pagarles un alquiler para que abandonaran la vivienda y luego directamente los corrió. Los testigos aseguran que se marcharon del lugar el 10 de mayo, dos días antes de que encontraran el cuerpo.

Al poco tiempo de haber presentado esta declaración por escrito en la fiscalía que conduce Carlos Sale, Alfredo S. recibió un mensaje por WhatsApp en el celular que Laura Gabriela Picciuto le dejó antes de desaparecer.
“Hola”, “¿Cómo estás”, fueron las palabras que recibió por parte de una persona desconocida que no estaba agendada en los contactos.
“Nos resultó muy llamativo que haya sucedido esto. Durante meses que ese aparato no tuvo actividad y justo ahora sí”, explicaron los abogados José María Molina y Juan Pablo Muñoz., los profesionales que representan legalmente al joven muralista y a su novia Natalia L.
“Hemos presentado en la fiscalía una captura de pantalla con los mensajes que recibió para que sean investigados. Ese es uno de los datos que proporcionamos a la fiscalía para probar nuestros dichos”, comentaron los profesionales.
fuente: contexto

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