Actualidad / Deportes / Rubén Suárez*. Compartimos la semblanza realizada sobre una anécdota del mundo del motociclismo en la década del 70 contada contada por un testigo en pista, nuestro Jefe de Fotografía Rubén Suárez. A disfrutarla.
Era una mañana muy lluviosa del año 72, un día domingo. El fin de semana había sido terrible. El sábado se había suspendido la carrera. Todos salieron a la pista apenas se fueron las autoridades. Eran más de 200 motos de todas las categorías.
Yo salí con mi Ducati 200 cc. Súper Elite, de la categoría 200. Estándar Exterior.
Era uno de esos días en que estás inspirado, además, en medio de ese caos, mi moto y yo hacíamos una buena combinación.
Era una moto preparada por Lito Mohamed. Muy pesada, de más de 130 kg. y con un imponente trombón de Cobre “Escape”.
La verdad no sé si hacía más ruido cuando aceleraba o cuando cortaba. Tenía dos cubiertas traseras. No se conseguía en esa época rodado 18.
La verdad que se agarraba muy bien, y bajo el agua los pasé a todos y de todas las Categorías.

Alguien estuvo observando esa tarde. Era creo que la única moto en esa época pintada de amarillo patito o taxi, con su tanque mitad cromado y su cuadro negro con un gran número 1 en aluminio pulido al frente, heredado de mi mentor (Lito). Los amortiguadores traseros también eran cromados.
Ese día domingo, como corresponde a dos enfermos por la velocidad, estábamos desde muy temprano tirados en el piso de los boxes con las motos esperando que pase la tormenta.
A media mañana se arrimaron dos señores al portón, nos saludaron y pidieron permiso para ver las motos.
Lito le dijo que sí. Pasaron, miraron las cubiertas, frenos, carburadores, motor y todos los detalles. De repente uno se volvió y dijo: a las dos con la 125cc. mía.
Lito le dijo que una era un RK 175cc. Libre, moto del Yanqui Albert Carr, preparada por Lito. Yo me quedé callado. Lito le preguntó por cuánto.
El visitante lo miró y propuso una de unos $ 20.000 equivalente al dinero de hoy. No era mucho, pero significativa.
Yo dije que no, por no tener ni un peso. Pero Lito, que era mi maestro y mentor dijo: yo pago. Audaz y confiado con su pollo. Yo no hubiese arriesgado tanta plata.
Se hizo la Carrera. Como llovía mucho, se pactaron tres vueltas al circuito chico del Autódromo Nasif Estéfano, de Tucumán, con el motor encendido.
Había unos 500 presentes. Gente que era muy asidua a mirar las carreras de motos. En esas épocas en el autódromo una carrera de motos albergaba unos 20.000 visitantes.
Se llenaban las tribunas y se rodeaba la pista. Ya en la línea de partida con la apuesta hecha y depositada a una persona presente, se dispuso a largar.
Tomé el lado Izquierdo de la pista, el visitante el medio y Mohamed la derecha. La Ducati, un verdadero monstruo, pasaba de 600 vueltas a 5000 en un suspiro, era indomable. Largamos y cuando explotó me crucé al frente de ambos.
Se procedió a largar de vuelta. Yo dije, para mis adentros, que tenía que largar en segunda con el agua y la forma que reaccionaba no me quedaba otra. Se largó, el visitante primero. Mohamed segundo y yo último.
En la curva retomé a la izquierda, me jugué para pasar a Lito y mi moto se fue de adelante. Allí me di cuenta que no podía ir más rápido. Saqué mis conclusiones, de que correría expectante, con un circuito muy peligroso, a esperar y ver lo que pasaba y que alguno tuviera un error o algún inconveniente.
Pero eran Profesionales. Mi moto muy pesada, unos 130 kg. en relación con las otras de no más de 60 kg. No era para jugarse. Lo que me quedaba era disfrutar viendo esos colosos manejar bajo la lluvia y aprender lo máximo de esas lecciones de lujo.
Era un espectador privilegiado. En la última curva, cuando ya terminaba la carrera, Lito Mohamed, quien había sido segundo en toda la carrera, haciendo gala de un gran campeón y estratega lo pasó, nada menos que al Campeón Argentino, Pringa Cerdera**, que venía de correr el Campeonato Mundial de Motos F1 en Europa.
Perdió con su Morbidelli bicilíndrica refrigerada a líquido, con frenos a discos Brembos, amortiguadores a gas Marsochi y cubiertas especiales para agua, quien había desafiado a dos Gauchitos del Norte para burlarse, típico de los del Sur.
Y sí, recién ahí nos enteramos quién era. Si sabía eso antes, creo que nos hubiésemos quedado sentados pidiéndole un autógrafo.
Pasaron unos cuantos años. Se hizo una carrera de motos en el Autódromo y vinieron de todo el país en Fuerza libre. El Equipo oficial de Kawasaki arrasó, con Pringa Cerdera y Rene Zanatta.
Brindaron un gran espectáculo, manejando con dos escuelas diferentes: Rene como americano tirando su cuerpo fuera de la moto y Pringa manejando al mejor estilo europeo, inclinando moto y cuerpo al máximo. Ganó Cerdera.
Cuando entregaron los premios me acerqué al palco y lo felicité al ganador. Yo abajo, él arriba. Le tomé la mano y no lo solté, hasta que no termine de hablar.
“Lo felicito Campeón. ¿No te acuerdas de mí?”
Me dijo que no y le dije:
“Soy el de la Ducati amarilla”.
Me dijo “Sí, sí”. Se bajó y se perdió en la multitud.
Me sentí muy bien después de eso, porque aprendí que los grandes campeones no están solo en Europa y que hay grandes ídolos viviendo a la par nuestra.
Hoy sólo quiero decir: “Gracias Lito Mohamed por tanto y por ser una pequeña parte de tu vida, de Gran Persona, Maestro y Campeón”.
*Jefe de Fotografía de Diario Cuarto Poder.
**Pringa Cerdera, según YouTube, fue uno de los mejores pilotos de moto de la Argentina y del mundo.


