El concurso de la mejor empanada salteña cumplió 50 años y los festejó a lo grande: 15.000 personas se acercaron a degustar comidas típicas en el centro de convenciones de esta ciudad. Hubo 104 participantes, que ofrecieron sus productos para la competencia, que sólo toma en consideración la versión de carne cortada a cuchillo y frita. El primer premio recibió $ 20.000, un freezer y el reconocimiento del pueblo.

Organizada por el diario El Tribuno de Salta y con Expoagro, Caminos y Sabores y Alimentar como auspiciantes, a la fiesta concurrieron el gobernador Juan Manuel Urtubey y su esposa, Isabel Macedo. El evento fue un hito para Salta, pero para las empanaderas cobra una importancia mayor por el reconocimiento entre sus pares y el aporte al bolsillo. La próxima edición de la Fiesta de la Empanada se realizará en forma en Salta y en la feria Caminos y Sabores.

Esta fiesta es una oportunidad única, donde algunos puestos logran vender unas 100 docenas de empanadas a $ 100 cada una. El jurado Aníbal Caro, que cumple esta función desde hace más de 40 años, estuvo acompañado en esta edición por el chef del hotel Sheraton, Gerardo Santander y un periodista.

En la Fiesta Nacional de la Empanada los ingredientes no son debatibles; se establecen los permitidos y necesarios. Lo que está en juego es “la mano” para combinarlos en la proporción justa y su posterior confección. Se evalúa todo: la textura de la masa (si le falta grasa se agrieta; si le sobra, se pega a las manos), su peso y la prolijidad de su repulgue (entre 17 y 19 pellizcos es ideal).

“Soy una desempleada de la crisis de 2001”, dijo María Luisa Castillo, tras haber recibido el primer premio en el concurso dijo: “Vendo empanadas los fines de semana; durante la semana preparo el almuerzo para los jóvenes de una oficina que vienen a mi casa”, relató.

María Luisa Castillo cocina por la mañana y por la tarde lleva a su hija Sofía (13) a terapia, porque tiene síndrome de Down. Los fines de semana cocina y vende empanadas desde su casa, 40 docenas en promedio.

Hasta 2001, era moza en un restaurante que cerró sus puertas sin terminar de pagarle lo que le debían, y su marido, que trabajaba en el rubro de la construcción, tampoco conseguía empleo. “Nunca soñé con un premio así -relató-. Empecé hace 15 años porque lo único que podía hacer era dar de comer a otros como le daba a mi familia.” Todos en su familia trabajan y viven del negocio empanadero. “Al principio mi marido se quemaba con el horno y se le rompía la masa, ahora ya aprendió”, contó.

“Nunca voy a decir «mi mamá o mi abuela me enseñaron a cocinar», porque en el campo no se enseña, se copia”, explica Milagros Rodríguez, que logró el segundo puesto. Rodríguez viene del municipio de San Carlos, por los Valles Calchaquíes, y llegó a la capital salteña en busca de un hospital, tras sufrir un accidente a caballo. Vende su producto desde su casa y en el puesto 16 en el Paseo de la Familia. “El secreto está en la mano. Hagan con voluntad y con amor, porque en la comida se nota”, les repite a sus hijos mientras cocinan.

Fuente: La Nación

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