Don-Eduardo
Don-Eduardo

-¡¡¡Eduard querido!!! ¿Qué hace con ese brazalete negro? ¿Se le murió algún familiar?
-No, mi estimado. Estoy de luto por el padre Viroche?
-¡Claro! Yo siempre tan despistado. ¿Sabe algo del caso?
-Lo que sabe todo el mundo.
-No creo que usted sepa lo que sabe todo el mundo. Además que eso es muy general, Eduard. Por favor, no sea modesto.
-La verdad es que algunas cositas sé.
-¿Como qué cositas?
-Por ejemplo, que no hay confianza en la investigación provincial.
-¿En serio?
-Sipi.
-¿Y eso por qué?
-Porque hay investigadores federales en esta provincia.
-¿Ellos saben algo de las novias que tenía el curita?
-¡¡¡No sea zopenco!!! Esa es una cortina de humo para tapar la verdadera causa del deceso.
-¿En serio?
-Sipi. Ahora el cura no puede defenderse. Lo mismo pasó con el fiscal Nisman. Recuerde que le inventaron cada cosa luego de su muerte…
-¿Usted cree?
-Sipi.
-Entonces, ¿por dónde va la cosa?
-Los federales están detrás de la pista narco, que parece ser fuerte.
-¿O sea que creen que el curita murió a causa de sus denuncias?
-Sipi.
-¿Y esa pista a dónde lleva?
-Hay conexiones con Chaco, Buenos Aires y Tucumán. A esas bandas le molestaba la labor pastoral del padre con los adictos.
-Esto está que arde. La gente salió a exigir justicia.
-¡¿Cómo?! ¿Usted no fue a la plaza?
-No, estaba ocupado.
-Después no se queje de la inseguridad y de tantos problemas que hay…
-Bueno Eduard, no se me lo sulfure.
-Está demostrando una falta total de compromiso con la sociedad en su conjunto.
-¡Perdón, Eduard! Usted tiene toda la razón.
-Está bien, lo perdono, pero páguese un desayuno completo, que ya me está picando el bagre.
-¡¡¡Ya me jodió de nuevo!!!

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