Nacida en Colombia, la práctica se expandió por Latinoamérica hasta llegar a Europa, donde en los últimos días los medios españoles hicieron eco de varios casos. Cuáles son los riesgos del ritual también conocido como la ruleta sexual. 

Irrumpió causando un preocupación mayúscula a fines de 2013, cuando en Medellín surgieron los primeros reportes, y alcanzó el punto máximo de alerta al salir a la luz una denuncia de un embarazo de una menor de 14 años. Algunos lo llaman “ruleta sexual”, aunque su denominación más extendida entre los adolescentes es “el muelle”. El peligroso juego que se expandió al mundo rápidamente parece recobrar fuerza, ya que en los últimos días se conocieron otros casos en España.

La práctica comienza con un grupo de jóvenes reunidos sin ropa interior. Los varones se colocan uno junto a otro -en fila o en círculos- con las piernas estiradas y manteniendo una erección para que las mujeres vayan sentándose encima, buscando y forzando la penetración. En un tiempo limitado deben tener sexo sosteniendo la postura hasta que se acaba el turno -cada 30 segundos- y las mujeres cambian de pareja para volver a repetir.

“El juego se inició en Colombia, en una población de entre 13 y 16 años. Puede ser con penetración o sexo oral. Ganan el joven que aguanta más y la chica que hace eyacular a ese hombre, mientras que pierde el que eyacula primero“, señaló la psicóloga y sexóloga Jesica Mazza. En los encuentros, además de las relaciones sexuales sin protección, se suelen mezclar alcohol o consumo de drogas, formando un combo muy peligroso.

Para la especialista, la razón que lleva a un adolescente a sumarse al “muelle” puede estar en el hecho de no quedar margen de las actividades que realizan los demás. “En esta práctica no se busca la satisfacción propia, sino satisfacer el deseo del otro, que no viene a ser el compañero, la pareja, sino la sociedad, de modo de poder pertenecer a ella. Los jóvenes experimentan límites extremos solo por el hecho de ser reconocidos por el otro“.

La posible lógica consecuencia de este arriesgado divertimento son los embarazos no deseados. Pero también existe un alto grado de contraer distintas infecciones de transmisión sexual: “El VIH, gonorrea, sífilis, hepatitis C, HPV o infecciones como candidiasis, hongos o herpes“, apuntó Mazza. Además, al no haber estimulación, forzar la penetración puede dar lugar a un desgarro en las mujeres.

Para la especialista el problema surge de la inconsciencia e inmadurez, y sobre todo de la falta de una buena educación sexual. “El rol de los padres o referentes como profesores, debe ser el de acompañar a los adolescentes, enseñarles el camino de una libertad sana, hablar y escucharlos, sin retos ni diálogos competitivos y mucho menos poniéndose como ejemplo. ¡Hay que hablar de sexo! A pesar de la saturación de información hay una ignorancia sexual extrema, donde la conquista, el deseo y el erotismo por el otro se está diluyendo“.

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