El diputado nacional, José Cano, salpicado por el escándalo de millonaria evasión de su amigo, Ricardo Sisto Ansonnaud, quien es titular de la casa del country en la que vive Cano, trata de echar mano a su amigo colocado en la AFIP Tucumán y a sus contactos del PRO en Buenos Aires para no ser investigado.

Los días transcurren agitados para el diputado nacional José Cano, luego de que estallara el escándalo del ingenio La Trinidad por evasión de su amigo, el empresario Ricardo Sisto Ansonnaud, de quien se constató por medidas del Juzgado Federal N° 2 y de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), que habría evadido al fisco más de 200 millones de pesos.
Sucede que Cano reside en una casa ubicada dentro del country del Jockey Club -uno de los más antiguos de Yerba Buena- cuya titularidad le pertenece a Ansonnaud, sin que haya explicado las razones de que esa información no figura en su declaración jurada, ni como alquiler ni como préstamo.
Una vez que salió publicada en la edición impresa semanal de Diario Cuarto Poder de la semana pasada, que iba a ser objeto de investigación, el parlamentario comenzó a moverse a fin de que eso no se concretara o por lo menos no se hiciera de modo público.
En la provincia, Cano cuenta con una ventaja, que no lo sería tanto, porque de su mano y por su recomendación, el delegado de la sede de AFIP en la provincia es Gustavo Rea, con quien tiene un fuerte vínculo de amistad, y quien además cuenta con el aval de Ansonnaud y de otro empresario tucumano, quienes habrían sido aportantes de campaña del macrismo en Tucumán.
La hipotética protección de Rea en favor de Cano, podría diluirse ante la difícil situación en la que se encuentra la AFIP a nivel nacional, según se refleja en la nota publicada por el periodista Alejandro Rebossio, de la Revista Noticias, en la que se da cuenta de la cantidad de amigos designados por el actual titular Leandro Cuccioli.
En la AFIP nacional lejos están de preocuparse por el destino y la suerte de Cano, cuando en derredor aparecen conflictos muy fuertes derivados de la iniciativa de rebaja salarial a los más de 20 mil empleados con lo que cuenta el organismo estatal. En ese sentido, el propio secretario general del gremio que los nuclea (Aefip), Guillermo Imbrogno, advirtió: “no se pueden mejorar los edificios y la tecnología y comprar rodados bajando salarios”.

Festival de nombramientos
Cuccioli, ingeniero industrial con un MBA y experiencia en las industrias petrolera y financiera hasta que ingresó al Gobierno en 2015, enfrenta además críticas por nombramientos en la cúpula de la AFIP. Funcionarios de prestigiosa carrera dentro la agencia tributaria, sin militancia gremial, advierten de que se ha diferenciado de su antecesor, Alberto Abad, y se ha asemejado al último administrador federal de Ingresos Públicos K, Ricardo Echegaray.
Sobre las expectativas que había generado la llegada de Cuccioli, en reemplazo de Abad, señala que se orientaban hacia la modernización de la AFIP, que había quedado muy atrasada desde la época de Echegaray.
Sin embargo, la desilusión no tardó en aparecer cuando terminó, al igual que Echegaray, trayendo a sus amigos y a los amigos de la Jefatura de Gabinete, en vez de aprovechar a la gente de carrera de la AFIP. Abad había traído sólo dos personas propias: un subdirector general y su vocero. Pero Cuccioli trajo cuatro subdirectores generales: la técnica institucional, el de recursos humanos, el de planificación y el de administración financiera. Una viene de la Jefatura de Gabinete, dos de LAN y Danone y el otro es un ingeniero del ITBA, como Cuccioli. Además trajo un director de seguridad informática que era vicepresidente para Latinoamérica de Equifax, que es la dueña de Veraz, una empresa que se dedica a vender datos de terceros. Y este director trajo a 20 personas que, según los dirigentes sindicales, no se sabe quiénes son.
Por lo pronto, tampoco se puede eludir la investigación de la AFIP, porque está atada a la que viene realizando el Juzgado Federal N° 2 a cargo de Ricardo Poviña, quien ordenó los allanamientos que derivaron, entre otras cosas, en el secuestro de 176.842 bolsas de 50 kilos de azúcar que no habían sido declaradas por Ansonnaud.

No persigue enemigos ni protege amigos
Esa definición aparece en la columna de opinión del periodista de la Revista Noticias, Alejandro Rebossio, quien subraya lo que diferencia al actual titular de la AFIP, Leandro Cuccioli, de su antecesor kirchnerista, Ricardo Echegaray.
Sostiene que “en lo que no se parece a Echegaray es en lo delictivo: Cuccioli no dio directivas de perseguir enemigos ni encubrir amigos”.
Esa definición es la que condicionaría cualquier “salvavidas” que el delegado en la provincia, Gustavo Rea, pudiera tirar en las investigaciones que tienen al empresario que explota el ingenio La Trinidad, y propietario de la firma ANGOY S.A., Ricardo Sisto Ansonnaud, y avanzar en las vinculaciones que éste pudiera tener con sectores de poder del macrismo en la provincia, como en el caso del diputado y ex titular del Plan Belgrano, José Cano.
A eso se le suma el malestar que tendría el presidente Mauricio Macri, por la visita al mencionado ingenio en febrero de 2016 y la desprolijidad en la construcción de jardines de infantes de la Nación en Tucumán.

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