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Por Marcelo Pérez -Diario Cuarto Poder / “Estrategia política”, “viveza”, “especulaciones”; llámese como quiera a la división en el gobernante partido del Frente de Todos, lo cierto es que en el medio está el pueblo y no dejar gobernar al presidente Alberto Fernández, puede actuar como un boomerang que al final termine por derribar todo el armado del PJ rumbo al 2023. Los sindicatos más poderosos se ubicaron del lado de Cristina y desde allí atacan.

El “despegue” del Cristinismo

Puede ser una jugada, una estrategia política el mostrarse divididos para enfrentar así la mala situación económica en la que se encuentra sumido el país y no perder tantos electores como en la legislativa pasada, rumbo a las presidenciales del año próximo. Es que el Cristinismo, tras el acuerdo de Alberto Fernández con el FMI; decidió dar un volantazo y dejarlo solo al Presidente, con su imagen golpeada y el país incendiándose por la inflación.

Los “Cristinistas” creen que pueden zafar, despegarse del gobierno (del que forman parte) y pararse ahora del otro lado del mostrador sin recibir ni una sola esquirla. Pero eso es imposible cuando hay “fuego amigo”, las balas rebotan por todos lados.

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El gremio de los colectiveros hizo para pese a la conciliación obligatoria.

Aliados de peso “pesado”

El Cristinismo no opera solo. Está acompañados por sectores fuertes, muy poderosos como los gremios, que son capaces de torcer el brazo a cualquier Presidente o, al menos, agotarlo hasta el hastío.

No es casualidad que esta semana varios gremios hayan recurrido a paros, aprietes y amenazas. Gremios que durante los dos primeros años de gobierno de Alberto estuvieron callados, tranquilos y conformes con las paritarias alcanzadas. Ahora resulta que nada les alcanza; para el colmo, son los gremios de trabajadores mejores pagados del país, los que más ganan, cuyos ingresos triplican o cuadruplican el sueldo de cualquier otro trabajador.

Cero empatía, nada de solidaridad

Es sabido que el país atraviesa una severa crisis económica, con un alto déficit fiscal, con deudas externas y compromisos con vencimientos que hay que cumplir; con un alto índice de desempleo y desocupación, con un número importante de planes sociales en la calle que alcanzan a 22 millones de ciudadanos que apenas cobran 18 mil pesos por mes, y jubilados cuyos ingresos no superan los 33.000 pesos.

En ese marco de situación, camioneros, cuyos ingresos mensuales oscilan los 95.000 pesos básico, o los bancarios con salarios medios de $ 187.484; o los choferes de colectivos que ganan 100.000 pesos; o los trabajadores del gremio aeronáutico, que ganan en promedio 195.000 pesos. Todos ellos están disconformes con sus salarios y piden más, a fuerza de paro o quita de colaboración. Lo extraño es que hasta hace unos meses todo era paz, hasta que estalló el conflicto entre Alberto y Cristina.

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Los enfermeros también pararon. Piden aumento del 100 por ciento en sus haberes.

¿Por qué ahora?

Está bien que los gremios y sindicatos peleen por los derechos de sus trabajadores, que pidan mejoras salariales, que defiendan el derecho a huelga y todas las reivindicaciones logradas a lo largo de los años; pero hay límites. No se puede ni debe presionar más de la cuenta porque la situación que vive hoy el país no da para más, y sin bancos, transporte de mercaderías, o de personas, todo puede estallar.

Es innegable que todo se trata de una fuerte movida política del kirchnerismo más acérrimo que busca debilitar al Presidente. Hacerle saber a Alberto Fernández que está allí, ocupando el sillón presidencial, porque Cristina así lo quiso. Que los votos no son y nunca fueron de él.

Por eso ahora, con la escalada de la inflación, Máximo Kirchner profundizó su despegue de Alberto y activó el trabajo territorial en la provincia de Buenos Aires, sobre todo en el Conurbano Bonaerense, principalmente en La Matanza, el bastión del voto kirchnerista y el que define elecciones. El hijo de Cristina realiza actividades a diario en el Conurbano con miras al 2023, sin nombrar a Alberto.

Es más, Andrés “Cuervo” Larroque principal colaborador de Máximo profundizó el desencuentro oficialista al apuntar contra el principal colaborador del Presidente, el Ministro de Economía Martín Guzmán. “A Martín Guzmán no lo votó nadie”, indicó el Ministro de Desarrollo de la Comunidad de la provincia de Buenos Aires y referente de La Cámpora. Larroque agregó además una crítica contra el gobierno del Presidente: “No hay una estrategia para resolver la situación”.

Colectivos, enfermeros, camioneros y bancarios

A pesar de la conciliación obligatoria dictada por el Ministerio de Trabajo de la Nación, el martes pasado, no hubo servicios de transporte en varias ciudades del país porque el gremio de UTA decidió desconocer el pedido y mantener la huelga. Si bien por la tarde levantaron la huelga, al país y a la gente le costó muchos dinero el paro. No fueron los únicos. Además de UTA, también hubo paros, enfermeros, trabajadores del subte y del Premetro.

Otros que están en pie de guerra son los Camioneros, La Bancaria y los estatales, no importa cuán cercanos eran al Gobierno, ahora presionan por abrir las paritarias y pedir subas salariales cercanas al 60%, lo que descalabra el equilibrio al que el Poder Ejecutivo pretende llegar con los empresarios y altera además todo el mapa de las negociaciones.

Cristina movió el avispero

La primera piedra la tiraron la vicepresidenta Cristina Kirchner y Sergio Massa en el Congreso, que en los últimos días otorgaron un aumento de 20.000 pesos para los trabajadores legislativos y que rige, como complemento de la paritaria anterior, a partir de abril. Cada vez que pasa eso, el resto de los gremios se encolumna en reclamos similares.

Sucedió eso mismo el año pasado, cuando la jefa del Senado y el presidente de Diputados tomaron una medida similar que impactó de lleno en todas las negociaciones, incluidas las de Camioneros, que usaron ese aumento para reclamar su propia suba salarial.

Tal como ocurrió el año pasado, los Moyano vieron el aumento otorgado a los trabajadores del Congreso y salieron a pedir lo mismo.

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Los bancos cerraron sus puertas, ni los cajeros automáticos dejaron funcionando. Son malos de verdad.

Paro bancario nacional

En medio de las definiciones en la paritaria, la Asociación Bancaria, dispuso un cese de actividades en todo el país por 24 horas con todo el costo que ello significa al país, al pueblo y al gobierno.

La paritaria bancaria se rige por el año calendario y venció el 31 de diciembre. Hasta ahora, sólo se cerró el primer trimestre, que estableció $10.000 en enero, $14.500 en febrero y $14.500 en marzo para todo el personal. Y también deben acordar el aumento por el Día del Bancario (que va de los $100.000 hasta los $ 180.000 extra).

Mientras tanto, distintas agrupaciones marcharán el próximo domingo por el Día del Trabajador, en una jornada que también será leía como un acto de presión al Gobierno en medio de la discusión salarial y el acuerdo con el FMI.

Se quejan de lleno

El director del Centro de Estudios para la Producción del Ministerio de Desarrollo Productivo, Daniel Schteingart, dio a conocer el año pasado cuáles eran los trabajos que mejores salarios pagan en el país (datos oficiales del 2021. Y entre los sectores productivos que mejor pagan están: extracción de petróleo y gas; la industria farmacéutica, transporte aéreo y los bancarios, con salarios medianos de $ 187.484. Y piden más.

Y después hablan del campo, que se moviliza en contra de las retenciones y de más impuestos, llamándolo “paro” de la oligarquía terrateniente y diciendo que protestan con la panza llena (¡!) ¿Acaso los bancarios no protestan también con la panza bien llena? Y piden más…

Con un sueldo de bancario, quejarse y hacer un paro por un mayor aumento salarial y no aceptar que les paguen en cuotas las mejoras, como el resto de los trabajadores es, ni más ni menos, que un cachetazo al mejor estilo Will Smith al resto de los argentinos.

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