Carlitos fue ovacionado, pero falló desde los 12 pasos (Foto Maxi Failla).

El equipo del Mellizo, actual bicampeón del fútbol argentino, arrancó con todo frente a los cordobeses.

Fue 1-0. Merecido, aunque sin que sobre absolutamente nada. Boca ganó 1-0. Con un gol afortunado y un fútbol más plano de lo que prometen los nombres, menos atractivo de lo que cabe esperar. 1-0. Para iniciar la Superliga 18/19 con un triunfo lógico pero también para dejar excesivas dudas flotando en el aire del agradable mediodía dominguero.

Por el momento, la nueva versión xeneize se rige por una característica: hacer un gol mucho antes de justificarlo. En realidad, mucho antes de que pase nada. Marcó a los 4 minutos ante Alvarado, a los 6 frente a Libertad y esta vez a los 8, cuando solo se habían sucedido algunos corners sin mayor peligro. Hasta qu en uno de ellos el rechazo de Montenegro le cayó a Pavón, un paso afuera del área. El 7 le pegó como venía, hubo en desvío en el camino y adentro.

La cuestión es que la justificación posterior nació ante en la extrema blandura del rival que en la producción propia. Básicamente, porque el equipo de los Mellizos repitió varios de los defectos que ya había enseñado el miércoles por la Libertadores. El despliegue de Barrios, esencial para la recuperación, no tiene continuidad en la calidad del primer pase. Y a partir de ahí, el tránsito se ensucia, salvo en las muy contadas ocasiones en las que Pablo Pérez recibe con espacio suficiente o la movilidad de Mauro Zárate encuentra algún socio para el diálogo.

Boca enhebró su primera acción bien armada a los 20 (no terminó en nada) y fue necesario un ejercicio de buena voluntad para darle semejante categoría a la segunda. De poco sirvió la rotación permanente de los tres delanteros. No hubo desbordes de Pavón por alguna de las dos rayas, y ninguno de los otros señalados para ejercer esa función -Nández, Jara, Mas- mostró mayor empeño en cumplirla.

Faltó pimienta en la llegada del local. Estuvo directamente ausente en la vereda de enfrente. Le costará a Juan Pablo Vojvoda repetir los buenos resultados de los últimos años si su delantera, que por ahora tiene la dureza de un pañuelo de papel, no gana en consistencia. El conjunto cordobés sufrió en el último año la sangría habitual de los equipos de media tabla en nuestro fútbol y lo evidencia cuando le cae la pelota en los pies. Se fueron Reynoso, Menéndez, Silva, Rojas, incluso Olaza. Suficiente para cualquiera, demasiado para quien tiene los garbanzos contados.

Amagó con apretar el acelerador y sacudir la medianía general Boca en el arranque del complemento. Con Pavón más activo por izquierda y Nández convertido en puntero del otro lado encerró a Talleres a puro empuje y convicción. Estuvo cerca de repetir la costumbre cuando a los 51 Tello entendió que era penal una entrada tardía de Godoy a Mas (no tuvo el mismo golpe de vista cuando a los 71 un reamate de Ramírez dio en el brazo extendido de Pérez). Tevez anunció tanto el remate y lo hizo tan débil que permitió agigantar la figura de Guido Herrera.

El espejismo duró apenas un rato más. Bastó que Guiñazú y Cubas volvieran a encontrar la marca en el medio para devolver a Boca a la intrascendencia. Y durante un buen rato, hasta dio la sensación que el equipo cordobés podía dar la campanada. Al menos creó un par de situaciones de riesgo. Araujo desperdició la primera y Andrada tuvo su jugada de gloria cuando desvió con una mano esa pelota que había amortiguado el brazo de Pérez.

Hasta que la entrada de Cardona y Ábila volvieron a llevar el juego hacia el área visitante. No le dio a Boca para estirar la diferencia pero al menos lo salvó de sorpresas. La búsqueda del “tri” arrancó con la sonrisa esperada. ¿El juego, el fútbol? Quizás la pereza propia de un domingo a la mañana no sea el mejor momento para hablar de esas cosas.

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