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“Abismo”. La palabra, como sinónimo de “infierno”, empieza a repetirse en las conversaciones que tienen los funcionarios del Gobierno en torno a la economía. Y fue mencionada al menos una vez durante una conversación que tuvo la flamante ministra Silvina Batakis ante un grupo de ministros. Ese miedo al precipicio, económico y social, es también lo que explicaría la endeble tregua en el oficialismo y el (por ahora) silencio de Cristina Kirchner.

“La falta de dólares es desesperante”, avisó Batakis en ese mismo encuentro con sus compañeros del Gabinete, días atrás, para intentar alinear el discurso, según confirmaron a Clarín fuentes presentes en la charla. “La situación es muy delicada”, completó, cuando ya ni siquiera hacía falta la aclaración.

Hoy, aun cuando en cualquier encuesta de opinión pública la principal preocupación de los argentinos es la inflación, la ministra enciende mayores alarmas por la escasez de divisas que por la suba de precios. Entiende, y coinciden los analistas, que una cosa va atada a la otra. Sin billetes no hay manera de controlar la cotización del dólar y esto repercute en los precios.

La obsesión de Batakis es garantizar que “no habrá devaluación”. Al menos no alentada desde el Gobierno y sobre las cotizaciones en las que pueden incidir directamente desde los despachos oficiales. El nivel del blue y el contado con liqui, tocando récords la última semana, demuestran que se mueven con vida propia.

A fines de junio, poco antes de presentar su renuncia como ministro de Economía, Martín Guzmán ratificó el compromiso con el FMI, que requiere acumular reservas en el Banco Central por US$ 5.800 millones. Es una cifra menor a la pactada originalmente, en el marco de cierta flexibilización de las metas, pero sigue luciendo muy difícil de cumplir. Y Batakis prometió que lo hará.

También antes de irse, Guzmán avaló un torniquete a las importaciones alarmado por la falta de dólares y la “fuga” para garantizar la energía en invierno. Es una batalla dialéctica que incluso hoy, fuera del Gobierno, mantiene con la vicepresidenta: ante la denuncia pública de Cristina Kirchner de que se alentaba un “festival de importaciones”, el ex ministro recordaba que la principal canilla era del área energética, manejada por el kirchnerismo y reticente a una suba de tarifas que modere el consumo y la salida de dólares.

Este viernes, finalmente se avanzó con la segmentación, pero la situación en este rubro también es alarmante. Un día antes, la Secretaría de Energía decidió declarar desierta una licitación para importar GNL a través de barcos por el excesivo precio. En lo que va del año se llevan gastados unos 3.000 millones de dólares en esos “cargos”.

“Es una vergüenza y un fracaso, ya no como gobierno sino como país. Por no tener el gasoducto, que no lo hicieron ni Cristina ni Macri ni Alberto, no sólo gastamos entre 5.000 y 6.000 millones de dólares al año en importar energía, sino que también nos perdemos de exportar”, hace catarsis un dirigente oficialista más cercano a la postura de Guzmán (en este tema).

La puesta en escena de los anuncios que hizo Batakis el último lunes, con un mensaje ortodoxo de ajuste y moderación, contaba, además de la ministra, con cinco funcionarios. Todos vinculados de alguna manera a la cuenta del dólar: el presidente del Banco Central, Miguel Pesce; los ministros Julián Domínguez (Agricultura), Daniel Scioli (Desarrollo Productivo) y Matías Lammens (Turismo); más la titular de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont.

Respecto a los dólares del campo, la caja a la que apuntan con sus discursos algunos funcionarios K y sus satélites en los medios, por el momento no se transmitió la idea de hacer cambios. El ingreso de divisas, por el récord de precios que disparó la invasión rusa a Ucrania, es alto.

Sólo en el primer semestre se calcula que esta industria liquidó unos 24.000 millones de dólares por exportaciones: 19.000 millones por los granos y el resto por carne, pesca y otros productos de economías regionales. Ahora, con la suba de la cotización, pasó lo previsible: los productores se “sentaron” sobre los granos y la venta de soja cayó un 32% en las últimas semanas.

La discusión respecto al turismo es más compleja. La propia Batakis avisó (y se enredó) con una primera declaración que generó polémica: “El derecho a viajar colisiona con el derecho a los puestos de trabajo”. Bajo ese paraguas hay que entender el anuncio de la suba de la retención a cuenta de Ganancias en el llamado dólar turista.

¿Puede haber más? La discusión sigue abierta, por un problema vigente e irresuelto que arrastra la Argentina hace décadas y que se profundiza en momentos de turbulencia cambiaria. Pese a que vienen muchos turistas extranjeros porque el país está barato, los dólares no ingresan a las arcas del Banco Central sino a las cuevas financieras.

“Salvo algunos dólares de los turistas americanos o por compras anticipadas, todo va al blue. En particular lo regional, de brasileños, uruguayos… Se calcula que en el primer semestre cerca de 1.200 millones de dólares terminaron en las cuevas y no en el Central”, explica una fuente del sector.

Hay un debate incipiente sobre alguna medida que aliente a los extranjeros a dejar sus divisas dentro del sistema. No hay mucho misterio: habría que pagarles más por sus billetes, acercándose a la cotización del blue (ya apuntando a los 300 pesos).

Cualquier otra alternativa para frenar la salida o alentar el ingreso podría sumarse si la situación que Batakis consideró “desesperante” se agrava. Entre el martes 5 y el martes 12 de este mes, último dato oficial disponible y con un pago al FMI en el medio, las reservas del Banco Central cayeron casi 2.000 millones dólares: pasaron de 42.316 a 40.397 millones. Son los números que obsesionan a Batakis. El temido “abismo”.

 

 

fuente: clarin

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