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Un informe privado estimó que la recaudación vinculada al consumo interno casi se estancó y el gasto público en dólares aumentó el 29% lo que sumado al retraso tarifario llevaría la inflación a más del 60% anual. Por eso, si hoy es todo caro, el próximo año todo será impagable.

El nivel de actividad económica medida por el indicador desestacionalizado de recaudación de impuestos asociados al mercado interno cerraría con un aumento de apenas 0,3% en el cuarto trimestre respecto del tercero, la mitad de lo que había aumentado este respecto del segundo. Este amesetamiento de actividad dejaría para 2022 un “efecto de arrastre” del PBI de solo 2,4%, precisó un estudio que alertó sobre varios riesgos que podrían complicar a la economía argentina. El indicador incluyen los ingresos fiscales por IVA; aranceles a la importación, impuesto al cheque, combustibles, aportes personales y contribuciones patronales.

Aceleración inflacionaria

“El riesgo de la aceleración inflacionaria ha dejado de ser una cuestión de mediano plazo; con el déficit primario previsto por el presupuesto para 2022 podría ser necesaria una expansión de la base monetaria del orden del 62 %, definiendo un piso elevado para la inflación. Más en el contexto de la necesidad de corregir precios relativos, dado el rezago experimentado por tipo de cambio y, sobre todo, por tarifas”, dice un pasaje de un informe de Jorge Vasconcelos y Guadalupe González, economistas del Ieral de la Fundación Mediterránea, quienes alertan que condiciones “menos favorables”, pero todavía positivas para la Argentina, como una desaceleración del crecimiento chino y el fortalecimiento del dólar, llevaría a una desaceleración del crecimiento del PBI.

El mundo la pasará mejor

Esos cambios no implican un mal escenario externo. De hecho, en el más probable, de mantenimiento del actual nivel de precios de las materias primas, el valor promedio de las exportaciones argentinas se mantendría 54% por sobre el de los últimos 20 años, tras haber sido un impulso fenomenal en 2021 (el índice del precio de las Materias Primas que elabora el propio BCRA aumentó 49% en los primeros 9 meses del año) y aportar, hasta ahora, USD 38.000 millones de exportaciones del campo y la agroindustria.

Ese envión permitió aumentar la importación de insumos y traccionó el nivel de actividad general, a punto tal que al ranking de subsectores industriales que más crecieron respecto de 2019 lo lideran “Maquinaria Agrícola” (116% en el acumulado a septiembre) y “Remolques, semirremolques y carrocerías” (49,4 %), todos sectores con olor a bosta.

Riesgo claro e inminente

De ahí es que los autores coligen el riesgo de aceleración de la inflación, ya no como algo lejano y, además, potenciado por la necesidad de corregir dos precios relativos: el rezago del dólar “oficial” y, más aún, el de las tarifas públicas. El atraso tarifario, precisan, es mayor al cambiario y presiona las cuentas fiscales vía subsidios cercanos al 3% del PBI. Desde fin de 2018 las tarifas de gas, agua y electricidad subieron en promedio 50 % en CABA, mientras en el mismo período la inflación acumuló un 200%, como muestra el gráfico aquí abajo.

El freno al nivel actividad, concluyen, aparece cuando la inflación empieza a acelerarse y restar poder adquisitivo a la demanda, dinámica inevitable si no se recorta el déficit fiscal. Un diagnóstico que de hecho refleja el comunicado del Fondo Monetario de este viernes, en que remarcó la necesidad de hacer “sostenible” la recuperación, marcó la necesidad de empezar a reconstruir las reservas e incluso fue explícito sobre la necesidad de aumentar las tasas de interés.

Como remachan los autores del trabajo, “el riesgo de la aceleración inflacionaria ha dejado de ser una cuestión de mediano plazo”: la economía se amesetó y el esquema de política económica, incluida la política cambiaria, entró en tiempo de descuento.

fuente: infobae

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