Alberto Lebbos, padre de la joven Paulina, asesinada hace más de una década, motoriza el desafuero del senador nacional José Alperovich, a fin de que se presente a declarar como testigo en el proceso oral que se encuentra desarrollándose en la Justicia.

El triste manto del olvido y el frío de estar alejado del poder, ha cubierto al actual senador José Alperovich, y calado sus huesos. No es el mejor momento de quien supiera gobernar la provincia durante doce años, con la billetera en la mano, arrodillando a sus adversarios.
Las encuestas que reflejan el crecimiento de su imagen negativa se guardan en ocultos cajones, en contraposición a los tiempos en que las encuestas señalaban a un sólo triunfador. Y no es para menos, la caída se profundizó luego de que desde las propias filas del Justicialismo se lo señalara como traidor en las últimas elecciones legislativas nacionales, en donde el oficialismo provincial perdió unos 60 mil votos con respecto a las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).

Un juicio, un dolor de cabeza
Pero el peor de los dolores de cabeza que tiene el ex mandatario provincial no pasa por la desaprobación de amplios sectores de la militancia justicialista o de referentes de tradición y raigambre en esa fuerza política, sino por la exposición negativa que hace de su persona el juicio oral que se sigue a varios ex funcionarios alperovichistas y autoridades policiales, por encubrimiento del crimen de la joven estudiante de periodismo, Paulina Lebbos.
En ese marco, una de las hipótesis que se manejan, la de “los hijos del poder”, es la que más ha mellado la imagen del otrora invencible Alperovich. El senador nacional lo sabe y es por ello que intentó que su convocatoria a declarar en calidad de testigo, pudiera superarla enviando un escrito. En un primer momento se abonó esa posibilidad, y luego se dispuso que si ese escrito no colmaba las expectativas o dejaba alguna duda, tendría que presentarse en persona.
Finalmente, Alberto Lebbos, padre de Paulina y ex funcionario “alperovichista” sostuvo que avanzará en el pedido de desafuero, para que Alperovich no se aferre a sus fueros con el objetivo de no concurrir a declarar en el proceso judicial que se encuentra en marcha y que ha despertado el interés de una importante porción de la sociedad tucumana y de todo el país.
La opinión pública suele ser determinante y la mencionada hipótesis, a pesar de que no fue confirmada ni descartada, es avalada por un importante sector de la comunidad tucumana, en desmedro de la imagen de Alperovich.

La presión para el “macrismo”
Sin embargo, la situación difícil que genera el impulso del desafuero de Alperovich del Senado, por parte del padre de Paulina Lebbos, no es una carga que sea sólo para el actual senador. También genera una presión indirecta al gobierno nacional encabezado por Mauricio Macri.
El “macrismo” tendrá que definir si avala el pedido de desafuero, si ordena a los senadores alineados con su política a votar por una decisión de ese calibre. ¿Se animará a hacerlo con un senador que votó la reforma previsional?
¿Se animará a hacerlo con un senador que con su supuesta traición al peronismo le dio la segunda banca de diputados a Cambiemos en la provincia?
Son preguntas que sólo aquellos que están en el entorno cercano del Presidente pueden responder.
Por otra parte, Cambiemos le debe mucho a la lucha de Alberto Lebbos. ¿Se animará a darle la misma espalda que le dio Cristina Kirchner?
Son demasiadas preguntas que quizás no tengan respuesta en palabras sino en acciones y decisiones. Los hechos se verán en breve, porque la decisión de avanzar en el pedido de desafuero es firme, según las expresiones del propio Lebbos, un símbolo de la lucha por Justicia.
Si Alperovich se sienta en la sala en donde se desarrolla el juicio, aunque fuere en condición de testigo, la caída de su imagen se profundizará de manera dramática y tendrá que decir adiós al sueño de regresar a Casa de Gobierno.
La nostalgia del “Sillón de Lucas Córdoba” cada vez se vuelve carne viva en el ex gobernador. Doce años dirigiendo el destino de los tucumanos no es poca cosa, pero hay ciclos que se cumplen irreversiblemente.

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