Marcelo Gallardo lo vivió como un niño y se fundió en un abrazo con D’Onofrio; Driussi y el arquero, los más efusivos.

“¡Los de arriba son bosteros, los podemos alcanzar!”, se escucha. Una y otra vez la misma canción. Los jugadores de River acaban de ganarle a Boca y el vestuario visitante de la Bombonera es una fiesta. Tres banderas largas con los colores rojo y blanco cubren las paredes. No hay ni amarillo ni azul a la vista. Los escudos xeneizes de cada locker fueron tapados por los de River, en un meticuloso trabajo que hicieron los utileros apenas llegaron al estadio, siete horas atrás. En los dos bafles gigantes que trajeron desde el Monumental, ya no suenan las cumbias de la previa, ni las canciones de hinchada que se trajeron grabadas. Ahora el silencio sólo se interrumpe con ese cántico de la esperanza, de la certeza de saberse vivos, a cuatro puntos de la cima y con un partido menos.

A un costado está Jonatan Maidana, que aplaude y canta, pero es el más tranquilo del grupo. El contraste entre la fiereza que muestra el defensor en la cancha y la tranquilidad que exhibe afuera sorprende. Más efusivo, Augusto Batalla no para de sonreír. Está aliviado, sabe que fue el responsable del gol de Boca, pero que en el segundo tiempo se pudo recuperar con esa doble tapada, sobre la hora, que aseguró el triunfo. Sebastián Driussi es otro de los jugadores nacidos en el club que no para de gritar. El delantero, que estuvo en la popular en el superclásico del 2009 cuando Gallardo le hizo un gol de tiro libre a Abbondanzeri, lo festeja como un hincha.

“Ujujuy, iujujujujuy”. No es un niño el que emite ese sonido. Es Marcelo Gallardo, que apura su paso en las escalinatas camino al vestuario y no habla. Sólo sonríe y hace ese sonido, con la alegría de un chico en un cuerpo de un hombre de 41 años. Apenas entra al vestuario se abraza con el presidente, Rodolfo D’onofrio. Con los minutos la efusividad le gana a la sobriedad y se le nota hasta en la cara, que está cada vez más enrojecida. En la parte de arriba de la puerta que acaba de cruzar el DT, reluce un cartel rojo con la leyenda “Vamos por más”. Una frase justa para un entrenador que nunca se conforma.

Además de los convocados, en el vestuario festejan los jugadores que quedaron afuera de la lista, pero que eligieron acompañar al plantel. Están Nicolás Domingo, Iván Alonso, Joaquín Arzura, Arturo Mina, Enrique Bologna, Luis Olivera y Zacarías Moran Correa. Por cuestiones de seguridad, ellos y los dirigentes tuvieron que ver los últimos 15 minutos del partido en la televisión que sigue prendida en el vestuario y gritaron desaforados el gol de Driussi, sobre la hora.

El plantel completo y unido dejó la Bombonera veinte minutos más tarde de lo previsto. Ya subidos al micro, y mientras esperaban que el chofer arrancara en dirección al Monumental, siguieron los festejos. Atrás estaba el micro de Boca, con los jugadores también adentro desde hacía rato, pero en silencio. Finalmente, por el portón salió primero el de River y segundo el xeneize. Pero fue sólo eso, la salida. Para saber cómo saldrán en el torneo, quedan seis fechas, y el final está abierto.

Fuente: La Nación

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