No sólo los problemas se repiten en la economía argentina sino también las ideas para salir de ellos. Claro que, aun cuando en su momento hubieran sido soluciones exitosas, aplicadas en diferente contexto no necesariamente conducen a los mismos resultados.

Ese es el interrogante que surge por estas horas, ante el combo de medidas que intenta hilvanar el Gobierno en respuesta a la ya dramática escasez de dólares. Negociación con un pool de bancos por un crédito “Repo” por USD 6.000 millones para fortalecer las reservas, activación del swap de monedas acordado con China y hasta una baja de retenciones para el campo, con el objetivo de estimularlos a liquidar divisas. En esencia, el menú es bastante similar al que aplicó el gobierno de Mauricio Macri en diciembre de 2015, aunque en un escenario y con un objetivo muy distinto.

Lo que hizo Macri

En aquella oportunidad, tanto la línea repo por USD 5.000 millones que se negoció con un grupo bancos como el acuerdo con cerealeras para que anticiparan la liquidación de divisas por otros USD 6.000 millones -lo que fue recompensado con una disminución en la tasa de retenciones- apuntaban a recomponer el poder de fuego del Banco Central en el marco del plan de levantamiento del cepo que rigió entre 2011 y 2015. El contexto no podía ser más diferente al actual. Un gobierno que recién llegaba, que despertaba enorme expectativa en el mercado, que se aprestaba a cumplir con una de sus principales promesas de campaña. El voto de confianza marcaba el paso acelerado para la eliminación de las restricciones de las que hoy vuelve a ser presa la economía argentina.

Frenar la sangría de reservas

Casi en contexto opuesto, marcado por la volatilidad internacional y la profunda aversión al riesgo argentino, el Gobierno actual analiza medidas para, otra vez, frenar la sangría de reservas y recomponer las arcas del BCRA. Fuentes oficiales admitieron la semana pasada tanto la posibilidad del préstamo con el Bank of America, el HSBC y el UBS como la de efectivizar el canje de yuanes. Y, si bien no hubo en principio contacto con las cerealeras, también desde hace días se analiza un esquema de estímulo al campo para que liquiden dólares e incentivos que alcanzaría a las inversiones en energía y minería. La incógnita es, sin embargo, si esas medidas darán, esta vez, los mismos resultados.

Escenario base

En principio, no sólo el escenario base y las expectativas generadas por las autoridades están en las antípodas -más allá del denominador común de falta de reservas-, sino que a la receta actual parece faltarle un ingrediente fundamental: la suba de las tasas de interés. Desde el Gobierno dejaron ayer trascender que en los próximos días el directorio del BCRA dispondría un incremento de la tasa de referencia, desde hace meses clavada en 38%.

“Esas medidas no alcanzan por sí solas, si no se refuerzan con un cambio en la tasa de interés y una comunicación contundente del BCRA sobre cómo va a llevar a cabo el objetivo de acumular reservas de cara a 2024”, sostuvo el director de Analytica, Rodrigo Álvarez Laredo.

Circulación de dinero

“Cuando se levantan las restricciones a la movilidad y aumenta la velocidad de circulación del dinero, la tasa no puede ser tan negativa. El Central presta a tasas más bajas que su devaluación anualizada y eso es una invitación a dolarizar”, sostuvo el economista para quien, sin embargo, el plan puede funcionar como medida transitoria para destrabar la oferta de dólares y aumentar el nivel de reservas netas si el BCRA genera señales concretas de los riesgos que corre el mercado por enfrentarlo. “Esto iría en sentido contrario a la negativa de utilizar títulos públicos para intervenir en el mercado de contado con liquidación”, opinó.

Por lo pronto, el endurecimiento del cepo no sólo fue ineficaz para frenar la salida de reservas sino que trasladó la dificultad al nivel de depósitos. De acuerdo a las estimaciones privadas, la semana pasada el Central tuvo que entregar al mercado otros USD 450 millones, mientras que la salida de depósitos se aceleró hasta computar USD 500 millones en los mismos cinco días.

Además de la suba de la tasa de interés, hubo otro elemento clave en la implementación en 2015 por parte del equipo económico de Macri que es hoy difuso a la hora de reeditar algunas de esas medidas clave: las señales fiscales.

“El gobierno anterior generó un expectativa de corrección fiscal progresiva que, a medida que esto último se fue pinchando, dejó en evidencia las inconsistencias y tuvo que recurrir a una tasa cada vez más alta. Pero la tasa por sí sola no puede”, explicó Gabriel Caamaño, economista de la consultora Ledesma. El frente fiscal, es precisamente, una de las grandes fuentes de incertidumbre en el Presupuesto 2021 presentado por el ministro de Economía, Martín Guzmán, en el que se prevé un desequilibrio de 4,5% financiado en un 60% con emisión monetaria.

Bajar las retenciones

Desde esa perspectiva, una reducción de las retenciones, aun transitoria, podría generar impacto en esos cálculos y tampoco garantizar, según Camaaño, el deseado ingreso de dólares.

No venden por la brecha

“Los productores no venden porque quedarse en soja es la forma más eficiente de seguir dolarizados, dadas la brechas y una tasa de interés en pesos que no compensa ni siquiera la de depreciación del dólar oficial. Bajar los derechos a la exportación sin modificar eso no genera incentivos suficientes a acelerar la liquidación, particularmente con la perspectiva de más sequía y alza de los precios externos”, aportó el economista, quien recordó también las dificultades en la implementación de una eventual rebaja segmentada de retenciones. “Los productores todavía no cobraron los reintegros que les prometieron hace meses”, dijo. En el interín, mientras el Gobierno estudia medidas en medio de rumores de cambio de gabinete, ese ingreso de divisas apuesta más a esperar las definiciones que a apurarse.

fuente: infobae

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