En mayo habría cumplido los 90. Falleció ayer en su “Salta, la Linda”. Fue un músico folclórico argentino, integrante y voz representativa del famoso conjunto Los Chalchaleros, considerado un ícono dentro del género en la Argentina.

Pero el grupo no forjó su éxito sin grandes tristezas que tocaron de lleno la vida del máximo referente chalchalero. Durante los años sesenta el grupo tuvo un grave accidente automovilístico cuando regresaba de una de sus innumerables giras por el país, y allí falleció la esposa de Juan Carlos Saravia, madre de sus primeros cinco hijos. Varios años después contrajo matrimonio con Margarita, con quien tuvo un sexto hijo. Juan Carlos Saravia tenía once nietos. Su hijo Facundo Saravia también se integró al conjunto Los Chalchaleros en el año 1983, hasta que finalizaron sus actuaciones en 2003, y luego siguió años como solista.

Junto a Víctor Zambrano (“Cocho”), Carlos Franco Sosa, y Aldo Saravia conformó el grupo folclórico Los Chalchaleros, e hicieron su debut el 16 de junio de 1948 en el Teatro Alberdi, cuando cantaron la Zamba del grillo. De allí en adelante el conjunto inicia una carrera de incontables éxitos en su país y en muchos otros sitios del mundo. Marcaron un antes y un después en la música folclórica argentina. Ese día se inauguró un formato musical que no existía hasta entonces y que luego se hizo habitual: tres guitarras y un bombo.

Luego de tantos triunfos y de tantos años de trayectoria, el grupo decide retirarse definitivamente, situación que se produce en el año 2003. Si bien su vida como cantor concluye a la par de la despedida voluntaria de los escenarios del conjunto Los Chalchaleros, siguió concurriendo como invitado a programas de televisión y radio, y dio muchas entrevistas para diarios y revistas, para compartir sus anécdotas e interesantes relatos.

Hasta su muerte fue protesorero de la comisión directiva de Sadaic (Sociedad Argentina de Autores y Compositores).

La despedida de Los Chalchaleros fue larga: comenzó el 13 de octubre, con 24 conciertos en el Teatro Coliseo, siguió con un show en la Rural y a partir de allí presentaciones en todo el país. Hasta que en junio de 2002 actuaron por última vez. Fue en el estadio Delmi.

Con la simpleza que lo caracterizaba, Saravia contó en una entrevista que le hicieron en julio del año pasado: “Nosotros no sabíamos cantar. No podíamos terminar las sílabas porque nos faltaba el aire”. Sorprendido, el periodista le dijo si ellos no desvanecían las estrofas de forma intencional: “¡No, para nada! Cantábamos así porque no nos salía pronunciar las palabras enteras. Hasta que un día descubrí que era como algunas maestras, que tienen que hablar toda la semana y el viernes terminan sin voz. Por eso decidimos estudiar vocalización”.

“Un día Atahualpa Yupanqui me dijo: ‘Paisano, ustedes han descubierto la manera más perfecta de afinar, porque dejan que el que está escuchando termine la sílaba con su propia afinación”, recordó.

fuente: eltribunosalta

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