Actualidad / Deportes / Por Rubén “Gringo” Suárez*. Seguimos compartiendo los recuerdos y anécdotas de una época dorada del motociclismo en la provincia. Los personajes emergen desde la niebla del olvido y toman forma en esta serie de comentarios.
La verdad es que, hasta ese momento, nunca lo había visto y menos conocido. Corría el año 1971 y yo había comprado una moto desarmada. Es más, eran dos tarros de aceite de 20 litros llenos de hierros.
Una mañana, “Lito” Mohamed me dijo: quiero comprarme un auto.
Le dije: ¡Qué bien! ¿Qué querés comprar?
Dijo un Valiant II: ¡Qué lindo, el auto de mis sueños!
Yo venía de trabajar como Jefe de Fotografía en el Diario Extra de Jujuy, que se ubicaba en la calle Lavalle N° 215, en San Salvador de Jujuy. Cerró el Diario y yo había cobrado una fortuna, seis meses juntos de un sueldo muy alto, con 21 añitos y soltero. Me daba mis gustos.
“Lito”, que soñaba despierto entrecerrando sus ojos, me dijo: lo pintaré amarillo.
En esa Época, era totalmente transgresor. “Me faltan unos pesos y tengo una moto de Carrera. Te la vendo, yo tenía, una Siabreta Súper Sport 175 AV. Por supuesto, limada por el Number One.
“Lito” Mohamed, le corría y o le picaba hasta mi sombra. Me deslumbró la idea. Arreglamos y compré la chatarra. Creía ciegamente en su palabra. Pletórico y más orgulloso que un pavo real, fui al Merendar al Parque 9 de Julio, donde se reunía toda la comunidad “Tuerca” de Tucumán, a la hora de la siesta. Era en el famoso “Paralelo 38”.
Eran entre unos 20 y 30 comensales. Todos Campeones y dueños de mil anécdotas y carreras. Yo tímidamente, en una charla, comenté: ¡Me compré una moto de carrera! Todos me preguntaron ¿Qué? Y yo dije: una Ducati 200cc.
Se rio hasta el mozo. Me callé. No hablé más de vergüenza. Fui al taller y cuando lo vi a “Lito”, temeroso le comenté.
Él me miró y me dijo con toda calma: “Vos Saldrás Campeón con esa Moto. Ninguno, ni nadie de todos esos conocen nada”.
Era para mí un alivió y una garantía de un banco suizo. Él realizó su sueño amarillo y yo mi vieja moto. Claro que todavía tenía muchas dudas. Era inmensa y pesada, cargaba tres litros de aceite en su carter y tenía unos 130 kg. Yo era una almita. Contaré en otro capítulo lo que ocurrió en la primera carrera -si el director Manuel Rivas, me lo permite-, pero lo cierto es que la Ducati amarilla -pintura que sobró del Valíant II- ganó todas las carreras que corrió en el Autódromo.
Claro que, no era muy fácil, porque del otro lado estaba una Leyenda del Motociclismo Tucumano, el “Ñato” Lara, preparador muy prolífico de motores de dos tiempos. Preparaba unas 15 ó 20 motos Zanella, que eran muy versátiles para armar, con todo el motor de Competición, de la RK. Camisa de cilindro, pistón, aros, perno, caja, encendido, embrague, y solo el carburador y las tapas del Carter eran Estándar. El carburador, solo se podía agrandar hasta 2mm. Es lo que daba como máximo.
Andaban muy rápidas y pesaban entre 60 y 65 Kg. Comenzó la Gran Pica de las Zanellas contra la Ducati. Era un plantel de talentosos, osados y valientes pilotos: “Tin” Noguera, “Lalo” Petre, “El Negro” Castillo, “Titi” Banegas, “Coco” Salazar, “Paco” Mansilla y una decena más.
Ya mi Ducati venía de ganar tres carreras seguidas en el Autódromo. La primera, con la conducción de “Lito” Mohamed, primera condición impuesta después que se me burlaron todos. Yo quería certificar que si andaba fuerte.
El “Ñato”, como todo ganador, te quería comer la cabeza y me dijo: “ahora tengo un “Tapadito” que te va a ganar”.
¿Ah sí?, le respondí. Yo era chico, pero me crié con “Lito”, un Viejo Zorro. Me hice el ingenuo y me dijo: “es el mechudo cabeza blanca”. Lo miré. Era joven pero canoso, y sacando fuerzas de mi temor, le dije: “Decile que le pinte una raya al medio al casco, porque allí voy a apuntarlo cuando lo pasé”.
Seguramente se lo dijo, para motivarlo. Comenzó la Carrera, mi Ducati, como siempre, arrancó bien atrás. Era tan Pesada, para mis 56 kg. que me patinaban las piernas para moverla. A las 4 o 5 vueltas ya estaba peleando la punta.
A media carrera tuve la suerte de encontrarme con Mansilla. Entrando en el curvón, la zona donde yo más fuerte andaba, por enseñanza y recomendación de “Lito”, quien me decía: “Cuando más famoso sea, pásalo lo más fuerte y lo más cerca posible.
Mi “visión tridimensional” era mi mayor virtud. Lo pasé casi con unos 20 Km/h más, y muy cerca casi rozándolo, hasta que realicé el rebaje. La Ducati súper comprimida y con un trombón de cobre, con una salida de unos 12 a 13 cm de salida, con un reborde interno, sonaba como un cañón, y cuando cortabas parecía explotar.
Cuando terminó la carrera, llegó Mansilla que me increpó. Pedrito que era un Dogo Argentino, “mi guardia Pretoriana”, se puso en el medio de los dos.
“Casi me Chocaste”, me gritó. Lo miré displicentemente y le dije: “¿Y vos quién sos que corriste?” Me miró, era muy alto, por lo menos 10 cm. más que yo.
Le pregunté: ¿te toqué?
¡No!, respondió.
“La verdad es que no te tenía en cuenta. Para mí eras otro de los 20 o 30 que pasé. Y te daré un consejo gratis: ¡No Corras más! Así son las carreras, muy peligrosas, si te asustaste seguro te vas a matar”, le dije.
Y no corrió más,
A los días fue por el Diario el Pueblo. Donde yo era el Jefe de Fotografía. Fue a pedir empleo, conversamos y comenzó a trabajar.
Con el tiempo nos hicimos grandes amigos. Le terminé comprando su moto que andaba muy fuerte, para regalarle a mi hermano. La hice pintar de negra y cromada entera con maza de freno delantera de doble leva.
Yo me eliminé un gran problema de encima. Terminé ese año como Campeón de la Categoría. Y, como decía el Gran Maestro Olmedo: “No hay que dejar crecer los enanos”.
Francisco “Paco” Mansilla fue fotógrafo del Diario El Pueblo de Tucumán, de la Gobernación, de la Honorable Cámara de Senadores de Tucumán. Luego entró a la Legislatura de Tucumán y se jubiló allí como Secretario.
*Jefe de Fotografía de Diario Cuarto Poder y, según lo dice él: “neófito escriba de anécdotas”.

