Letras de Fuego / Entrevista / Por Manuel Ernesto Rivas*. Compartimos la charla que mantuvimos con la escritora tucumana Norma Beatriz Guraiib sobre su novela de base biográfica “Francisca, el renacer de las palabras”.
En la previa de su presentación el próximo jueves, a las 18.30, en el Salón Mujeres Monterizas, en Leandro Aráoz 271 (Monteros), mantuvimos un diálogo con Norma Beatriz Guraiib, autora de la novela “Francisca, el renacer de las palabras”.
Manuel Ernesto Rivas (MER): —¿Cómo surgió la idea de escribir un libro de tinte biográfico familiar?
Norma Beatriz Guraiib (NBG): —Francisca fue mi abuela materna. No la conocí; sin embargo, estuvo presente toda mi vida. En las reuniones entre mi tío y mi madre, ella aparecía como parte de su microcosmos: de su nostalgia y de las penurias que tuvieron que atravesar por su ausencia. La idea de escribir nació como un susurro persistente, como si las voces de mis antepasados me pidieran que las escuchara y las nombrara. Sentí que escribir Francisca, el renacer de la palabra no era una elección, sino un mandato afectivo y espiritual. Fue la forma de honrar una historia que merecía ser contada, de dar cuerpo a los silencios que pedían transformarse en memoria viva, en perdón y en sanación del dolor.
MER: —¿Francisca vendría a ser una columna vertebradora del clan familiar?
NBG: —Sí, absolutamente. Francisca es raíz y savia. Su figura atraviesa generaciones como un hilo invisible que une, sostiene y da sentido. En ella se encarnan los afectos, el dolor, las ausencias, el enojo, las luchas y los legados que nos definen como familia materna. Es el símbolo de una palabra que renace para abrazar lo que fue y lo que aún puede ser.
MER: —¿Cómo te llevaste con el dolor que encontraste en tu búsqueda? ¿Ayudó a cicatrizar viejas heridas?
NBG: —El dolor fue compañero de ruta, pero no enemigo. Lo miré de frente, lo escribí, lo lloré. Y en ese proceso, algo se transformó. Las heridas no desaparecen, pero se resignifican. La escritura fue bálsamo y puente: me permitió comprender los sentimientos de mi madre y de mi tío, y transitar el proceso de perdonar y agradecer. En cada página hubo una pequeña reconciliación con el pasado. Intenté ser empática, no crítica; abierta a los posibles caminos que recorrieron los protagonistas. Me gustaría poder decir lo mismo sobre las charlas con mi madre; ella fue quien dio sentido al libro. Cicatrizar heridas, en mí, creo que sí; en mi madre, creo que no. A mí se me dio algo que no pensaba que sucedería: el encuentro con Francisca y con mi tío, a quien nunca conocí.
MER: —¿Qué significa para vos esta posibilidad de presentarlo en Monteros?
NGB: —Presentar al libro en Monteros es como volver al corazón de la historia, al lugar en el que sucedieron las historias de los protagonistas. Monteros, en esta ocasión, es encuentro: conocerse con algunos y reconocerse con otros. Es un acto de amor y de pertenencia. Allí la tierra habla con acento propio, algunos recuerdos tienen aroma de comida y reconciliación; otros de flores impregnadas de dolor. Siento que el libro encuentra en Monteros su lugar natural. Compartir con su gente el fruto de una búsqueda que nos involucra a todos me permite cerrar heridas de mi pasado y no dejar al olvido del tiempo a aquellos que son parte de mi linaje.
MER: —¿Qué proyectos de escritura tienes en mente o estás llevando adelante?
NBG: —En estos momentos estoy explorando nuevas formas de escribir y haciendo microrrelatos, relatos cortos y cuentos breves. Soy parte del Taller Repentista coordinado por Inés Corton, del taller de escritura y edición de Marea Emocional que dicta María José Bovi y me sumé al espacio de lectura y análisis literario, Epicuro, que dirigen Miguel Ángel Figueroa y Noelia Mónaco. Estoy transitando desde este año el taller de Letras de Fuego coordinado por Manuel Rivas y el curso de novela dictado por Inés Corton.
MER: —¿Qué consejo le darías a alguien que tiene postergado el sueño de escribir y publicar?
NGB: —Que no esperen el momento perfecto para hacerlo, porque esos momentos pueden ser siempre. Que escriban desde la verdad, desde lo que los ilumina. Que confíen en su voz, aunque les tiemble. Y que nunca olviden que publicar no es solo mostrar algo, es compartir una parte de uno y siempre hay alguien que necesita leer lo que nos atrevemos a decir.
MER: —¿Has logrado tu objetivo con el libro “Francisca, el renacer de las palabras”?
NBG: —Sí, porque mi objetivo principal era honrar a los protagonistas, sanar mis heridas y que mi familia se conectara con mi historia. También que cada lector se emocione, que se reconozca en cada familiar, que vuelvan palabras a los silencios. El libro está cumpliendo la misión. Aunque sé que es apenas el comienzo de una conversación más profunda con mi memoria y con el futuro.


