Por Manuel Ernesto Rivas. Son muchos los tucumanos que aún no entienden la importancia de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) y que no tienen mucho entusiasmo de concurrir a las urnas tantas veces.

Sin embargo, estas elecciones implican una especie de sondeo para ver cómo están los contendientes de cara a las legislativas nacionales de octubre, en donde Tucumán tendrá que renovar cuatro bancas en la Cámara de Diputados de la Nación. Sin lugar a dudas, el verdadero objetivo de las PASO era suplir la falta de las viejas internas partidarias, pero resulta que los únicos que pondrán en juego la conformación de los nombres definitivos de los candidatos, serán los justicialistas, que tendrán siete listas en pugna. Desde la vereda política de enfrente, Cambiemos para el Bicentenario -así se denomina Cambiemos en la provincia- tiene serios problemas para plantarse como denunciante de corrupción, como lo vino haciendo José Cano para mantener la conducción de su espacio antes y durante la conformación de este espacio. El escandaloso caso denominado “Plan CoreANO”, por el cual se encuentra imputado ante la Justicia Federal, es una pesada carga y motivo de contraataque dialéctico cada vez que Cano quiere ver la paja en el ojo ajeno sin notar la viga en el propio. Los errores en el armado de su equipo de trabajo le costaron muy caro políticamente hablando, porque no sólo le acarrearon problemas con los empresarios coreanos, sino que también le produjeron dolores de cabeza las publicidades falsas de obras, como en el caso de Zaimán, que resultó inexistente como localidad, tanto tucumana como mesopotámica, sino de una obra que tampoco existía. A ello hay que sumarle las acciones clientelares, a través del Ministerio de Desarrollo Social, en las que fueron sus propios colaboradores los que filmaron y difundieron. Cano prefiere culpar a los medios, pero en la intimidad sabe que está rodeado de inútiles que se jugaron su imagen en el casino de la política. A días de las PASO, y como punta de lanza de la lista, son muchos los tucumanos que ven detrás de las buenas intenciones que trata de transmitir junto a Beatriz Ávila, la necesidad de los fueros, por las dudas resulte procesado en el “Plan CoreANO”.
Mientras tanto, sus compañeros de espacio, ven con buenos ojos su caída, porque se peinan para la foto de 2019, en la que sólo dos pueden posar para la fórmula de Gobernador y Vicegobernador. Silvia Elías de Pérez tiene más alisado que nunca su cabello, luminoso y sedoso, porque se imagina siendo la primera gobernadora. Pero también a Germán Alfaro le brillan los ojos cuando se imagina recibiendo la banda y el bastón de mando. Para ganar tiempo, por lo bajo se encarga de que los medios no lo castiguen a él, pero sí al retirado titular del Plan Belgrano. Otro que afirma en la intimidad que el gobernador 2019 saldrá de Yerba Buena, es Mariano Campero, quien se olvida todos los espaldarazos que le dio Cano, a causa de su propia impericia para manejar una mayoría que le era propia y que perdió por excesiva soberbia y falta de muñeca. Mientras que Domingo Amaya, herido por quedar fuera de todo, es el que más se parece a Cano por haber dilapidado una imagen por demás alta ante el electorado. Hace unos días dijo que no participaba de la campaña porque no lo habían invitado. Habría que recordarle que en política nadie regala nada, y los logros y espacios hay que arrancarlos con coraje y carácter.

En la orilla justicialista
Por el lado del peronismo, el impacto generado por el liderazgo de Osvaldo Jaldo en la lista oficial, aún tiene un efecto durativo. Resultó ser una jugada de pizarrón. Pasar del alicaído Pablo Yedlin al mejor espadachín que tiene Manzur, fue una audacia que le estaría reportando unos 15 puntos de diferencia. Jaldo y el gobernador Juan Manzur, saben que se juegan el partido de su vida, el que les dará continuidad o marcará la necesidad de barajar de nuevo. En las denuncias de fraude electoral de 2015 se anotaron un triunfo con la decisión de la Corte Suprema de la Nación. Y el presente los tiene en un lugar impensado, denunciando el clientelismo de Cambiemos. Algunas manchas tiene el tigre oficialista, pero son del pasado alperovichista, que parece irse en retirada.

Dentro de esta especie de interna peronista, el único adversario de fuste que tienen por delante parece ser Luis Romano, del Movimiento de Unidad Popular. El alberdiano tiene a su favor, además de la juventud, el haber crecido siempre en el llano, salvo en su período como concejal de Alberdi. Es uno de los pocos que encarna el recambio, sin ser heredero, hijo o pariente de nadie en el PJ. Los demás representan el “más de lo mismo”, o el relleno de una elección con muchas opciones.

La otra lista que pretende presentarse como fuerte es la encabezada por José Vitar, quien no puede desprenderse de su camaleonismo político y ahora quiere hacer creer que es “Cristinista” de la primera hora. Párrafo aparte merece Leandro “Pocho” Ybarra, que representa a los militantes del interior, pero con una estructura acotada.
El domingo será el día de la verdad. Los tucumanos quieren abanderados de la transparencia. ¿Habrá?

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