En Mendoza, le ganó 2-1 a Atlético Tucumán con goles de Scocco y Nacho Fernández.

La sana costumbre de River bajo el ciclo de Marcelo Gallardo de celebrar títulos se enfrentaba ante un presente delicado tras la dura eliminación en la Copa Libertadores y el mal desempeño en la Superliga. Le quedaba una sola chance: la Copa Argentina. Y la aprovechó.

River otra vez grita campeón. En Mendoza, le ganó 2-1 a Atlético Tucumán y el festejo se saborea como una caricia de fin de año luego de varios golpes.

Con este título, además se ganó el derecho de jugar el año próximo la Supercopa Argentina frente a Boca, ganador del último torneo local.

Lo festeja Gallardo. Se abraza a todos sus ayudantes mientras sus jugadores saltan y mueven los brazos frente a la cabecera que desborda de hinchas vestidos de rojo y blanco. Un título más. La cadena brillante que supo construir el Muñeco consigue otro eslabón. Y el brindis de fin de año nuevamente encuentra un motivo para celebrar.

En apenas un minuto la final de la Copa Argentina tomó color. Porque River, que había arrancado mejor y dominaba las acciones, se puso en ventaja gracias al olfato goleador de Ignacio Scocco.

Pero la alegría le duró muy poco al equipo de Marcelo Gallardo. En la siguiente jugada, a los 11 minutos, Luis Miguel Rodríguez la empujó en el corazón del área para poner nuevamente las acciones iguales.

En los dos gritos hubo desacoples defensivos. En el gol de River la defensa tucumana abandonó el área tras una pelota parada pero Aliendro quedó enganchado y habilitó a Scocco, que primereó al arquero Alejandro Sánchez y puso por arriba el 1-0.

En la réplica fueron los centrales de River los que fallaron: Pinola salió a cortar lejos a la banda izquierda y no pudo bloquear el centro al medio para el Pulga. La pelota también superó a Maidana y el emblema del Decano definió ante un cierre tardío de Montiel.

Fue un primer tiempo electrizante. Sin pausa. River, por jerarquía individual llevaba las riendas del juego y Atlético Tucumán elegía refugiarse cerca de su área y apostar a la contra.

Y ahí los de Zielinski encontraban ventajas porque los defensores del Millonario nuevamente mostraron falencias. Saracchi subía más de lo que bajaba, Pinola lucía impreciso y Maidana ya no es el zaguero con la impronta ganadora de antes.

Gervasio Núñez tuvo su chance entrando a la carrera por el costado izquierdo y exigido tiró la pelota por arriba. Y luego fue Luis Rodríguez el que definió alto de cabeza.

Con el correr de los minutos, el dominio de River se fue diluyendo. No generaba peligro. Porque la pelota pasaba poco por Pity Martínez.

Pero en el segundo tiempo otra vez Atlético salió dormido y River lo aprovechó de entrada con un golazo de Nacho Fernández.

El zurdo controló en el ingreso al área un centro de Saracchi y acarició la pelota con una comba perfecta para clavarla en el ángulo superior derecho.

Y otra vez se repitió el escenario de la primera mitad. El equipo de Gallardo tenía el terreno fértil para liquidar la final (Scocco desperdició un mano a mano clarito que tiró por arriba) y los tucumanos de contra generaban peligro más por errores de la defensa de River que por méritos propios.

En un error en la salida de Maidana, el Pulga Rodríguez tuvo la chance del empate pero la picó por encima de Bologna y la pelota se fue alta.

Los de Zielinski perdieron el rumbo, terminaron nerviosos y, de no ser por la falta de puntería, River podría haber sentenciado el partido mucho antes del pitazo final.

Lo necesitaba River. Y el festejo así lo demuestra. Dejó atrás los malos momentos vividos y gritó campeón. Como es su sana costumbre.

Fuente: Clarín

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